martes, 28 de mayo de 2013

La Consulta Previa a los pueblos indígenas, un derecho democrático fundamental que pretende ser violentado por la derecha económica y política.

Lo que a estas alturas está en juego con el destino de la Consulta Previa (CP) a los Pueblos Indígenas no es la persistencia de los conflictos sociales o la garantía de las inversiones; está en juego un derecho democrático, de alcance global, asumido por el Perú a través del Convenio 169 de la OIT firmado hace ya casi 20 años, que consiste en considerar la opinión de dichos pueblos, y obtener su consentimiento, en las políticas, proyectos y normas que afectan su derecho mismo a existir y sus posibilidades de desarrollo propio.
A la postergación de la aplicación de dicho Convenio durante tantos años, la renuencia del último Gobierno de García a promulgar la ley, se suma ahora la frustración que genera el actual gobierno que, tras haber aprobado la Ley, el Reglamento y la Guía metodológica, busca por todos los medios acotar este derecho o simplemente aplazar su aplicación. Lo “paradójico” es que esta situación no es denunciada por determinados sectores que son particularmente activos de hacerlo cuando sienten que se vulnera el “estado de derecho” si se pretende cualquier modificación en el actual esquema económico en el país. Por el contrario, vienen generando presiones para evitar el ejercicio de la CP a la que algunos de sus representantes consideraran “romántica”, prácticamente inservible, y pasible de ser politizada por las “comunidades nómadas” y las ongs.
En esta perspectiva, se han producido varias señales y hechos que hacen dudar de la capacidad o de la voluntad real del actual gobierno de implementar este derecho democrático con todas sus implicancias y consecuencias, y han evidenciado las diferencias a su interior entre los sectores como Energía y Minas, Ambiente o el Ministerio de Cultura al que recientemente renunció el viceministro Iván Lanegra, encargado de impulsar el proceso, tras la decisión del gobierno de no publicar la Base de Datos de los Pueblos Indígenas, un instrumento que facilitaría la aplicación de la Consulta.
Así, la  negativa a incorporar las observaciones de las organizaciones tanto en la ley como en el reglamento, incluidas muchas que llegaron a consensuarse; la dilación de la publicación de la Guía Metodológica que finalmente fue aprobada y publicada no sin muchas críticas; la decisión de no hacer pública la Base de Datos elaborada para establecer qué pueblos son objeto de consulta para “no crear falsas expectativas”; las declaraciones del presidente de la República sobre la exclusividad de las comunidades nativas amazónicas para la realización de la Consulta desconociendo a los pueblos de la zona andina como indígenas; finalmente, la pretensión de desarrollar procesos de consulta a medida, caso por caso, evaluando si es que se aplica o no, muestran que el objetivo principal del gobierno es fundamentalmente “destrabar los proyectos mineros” y “acelerar las inversiones”.
Con ello se vienen desarrollando maniobras de aplazamiento innecesario de la CP, se está pretendiendo excluir a las organizaciones regionales y nacionales de estos procesos, y se viene intentando ampliar de manera ilegal las consideraciones para determinar qué sectores de la población son o no considerados indígenas. Lo que  terminó siendo un prometedor esfuerzo por concretar la CP impulsada a inicios del gobierno de Humala con la promulgación de la Ley, hoy termina siendo un  obstáculo para la forma en que se siguen implementando proyectos especialmente relacionados a la explotación de las materias primas en territorios de estos pueblos y que ahora son la única prioridad del gobierno. Se pretende así se hagan consultas o se eviten sobre la base de hechos consumados, que se desarrollen como procedimientos administrativos que no implican una real incidencia en el destino de los proyectos extractivos, contradiciendo la buena fe que debe estar en el centro de la relación entre los pueblos indígenas y el Estado.
Este próximo 5 de junio se conmemorará un año más del Baguazo, que significó la pérdida de vidas de varios peruanos, entre ellos policías e indígenas, y consideramos fundamental exigir el cumplimiento de la CP insistiendo en que esta debe darse sobre la base de condiciones que la hagan legítima, es decir que sea realmente libre, previa e informada, resguardando así el estado de derecho que hipócritamente dicen defender los sectores más retrógrados del país cuando de sus negocios se trata. Veremos si en el marco del nuevo impulso anunciado en días recientes por el gobierno de Humala no terminamos nuevamente sumidos en nuevas situaciones de violencia y en una CP implementada tal como se han venido implementando los Estudios de Impacto Ambiental, que en los hechos han sido un saludo más a la bandera, que sólo han provocado más muertes y un mayor rechazo de la población a los proyectos extractivos.