lunes, 22 de noviembre de 2010

No es el fantasma del cura de Catapilco, es el fantasma del cura Casimiro Chumán Velásquez. (Más que una respuesta a Sergio Tejada.)

Por: Álvaro Campana Ocampo





Conforme van definiéndose más los posicionamientos electorales, el debate dentro de las izquierdas y el nacionalismo va derivando en calificaciones injuriosas y comparaciones pretendidamente didácticas e históricas, pero que rebajan el nivel de la discusión. Es el caso del artículo de nuestro amigo y compañero Sergio Tejada denominado “La Unidad y el fantasma de Catapilco”. En este artículo, entre un conjunto de argumentos respetables y debatibles, se desliza una identificación de Marco Arana, cura y dirigente de Tierra y Libertad, con Antonio Zamorano, un sacerdote chileno conocido como el “cura de Catapilco”. Este sacerdote participó de las elecciones en 1958 y evitó con su 3% el triunfo de la Unidad Popular en Chile, pero además, luego de mostrarse como un cura “progre”, terminaría apoyando -años después- el pinochetismo que derrocó a Allende, desnudando al final el verdadero rol que de manera deliberada parecía jugar desde años atrás.