jueves, 4 de julio de 2013

El desafío del movimiento estudiantil: dejar de estar a la defensiva y luchar por una nueva reforma universitaria.


Son varios ya los años que tenemos padeciendo el deterioro de la universidad y la educación superior en general. Las causas de este deterioro son de diversa índole: la pérdida de su relevancia en el quehacer nacional como productora de conocimiento o dotadora de cuadros profesionales; su falta de pertinencia para relacionarse con la realidad y los problemas sociales; su mediocridad académica; sus limitaciones institucionales habiéndose configurado un sistema político perverso que reproduce la corrupción y el clientelismo; su conversión en un vil negocio tanto en las universidades con fines de lucro en la mayoría de los casos son una estafa, con posgrados incluidos, como en las universidades públicas que en nombre de la proyección social o brindar servicios son negocios privados.

El marco institucional de este deterioro han sido la vieja ley universitaria que ya no responde  a los desafíos actuales de la educación superior, y el régimen que propició el fujimorismo con la multiplicación de las universidades con fines de lucro de manera descontrolada y bajo la forma más salvaje de “libre mercado”. Se han producido algunas iniciativas de cambio, sin embargo, estas siempre han sido de poca profundidad, abordando aspectos bastante parciales de la problemática, mientras que los actores universitarios han estado fundamentalmente a la defensiva, unos para defender el estatus quo de la decadencia, otros por simple “defensismo”, sin la capacidad de articular propuestas que permitan el impulso de una reforma más amplia, en nombre de la “autonomía”, “la gratuidad” y el rechazo de la privatización aunque en los hechos esta se ha ido produciendo. En ese sentido, estos últimos actúan reactivamente cada vez que hay alguna iniciativa de cambio, sea de cualquier signo.

Sin ánimos de caer en discursos “corporativos” que tratan de levantar los intereses de algún estamento universitario, la energía demostrada en las últimas movilizaciones contra la discusión de una nueva ley, pero también su rechazo al actual orden de cosas,
debería convertir a los estudiantes en protagonistas de un profundo cambio en la educación superior. Ellos deberían ser los más interesados en mejorar la calidad de su educación.

Sin embargo, para ello, será necesario emprender una profunda discusión que ponga realmente los puntos sobre las íes. Lamentablemente las organizaciones estudiantiles, o gremiales no han estado a la altura de esto. Es necesario, por ello, que al calor de la lucha, las diversas organizaciones desarrollen desde la discusión de una agenda de reforma de la universidad y se constituyan los sujetos de cambio. Más allá de las intenciones buenas o malas de la actual propuesta de ley en discusión, su mayor problema es haber sido incapaz de promover un verdadero debate al respecto, una movilización en torno a ello, además de hacerlo desde un espacio, como es el Congreso, que la mayoría de la ciudadanía siente como ajeno. No basta quedarnos pues con una lógica defensiva. ¿Se podrá esta vez cambiar la situación crítica en que están las universidades y la educación superior en general?

Algunos puntos de agenda para reformar la universidad peruana

1.      ¿Las universidades son sólo de los universitarios? Autonomía si, autismo no.
Las universidades peruanas no sólo son de los universitarios, menos de los negociantes que se enriquecen con ellas incluidos muchos de los rectores de la Asamblea Nacional de Rectores que en sus diversos regímenes, sean públicas o privadas, son parte del actual desastre universitario. La autonomía tiene dos propósitos: darse sus propios fines y ser capaces de autogobernarse. Sin embargo, estos propósitos no se desarrollan ni deben desarrollarse al margen de lo que ocurre en la sociedad y en el país. La relación con los actores estatales y de la sociedad civil, en sus diversos niveles, es fundamental y la universidad debe rendirles cuentas tanto en lo económico como en lo que atañe a su labor. Se debe pues convocar el compromiso de esos actores sociales, y de la sociedad civil regional y nacional, como se debe exigir el compromiso del Estado con el financiamiento, la fiscalización y el control de calidad de las actividades universitarias. El peso mayoritario en cualquier órgano de orientación, planificación y control de las políticas públicas en torno a la universidad y la educación superior debe estar en los actores universitarios, pero no sólo en ellos. Los movimientos sociales, las organizaciones gremiales, los gobiernos sub-nacionales, los actores económicos, los colegios profesionales junto a las autoridades educativas también deben participar.

2.       Rescatar las universidades públicas, acabar con las universidades con fines de lucro.
Se debe detener la privatización pasiva y activa de la universidad. La privatización pasiva que se viene produciendo a través de las “pre”, de los servicios como los cursos con auspicio de la universidad para lograr certificaciones de diverso tipo, son parte de los negocios privados de autoridades y miembros de las universidades. Las universidades con fines de lucro, en su gran mayoría, han contribuido al total deterioro de la calidad universitaria. La universidad privada debe existir, más debe eliminarse la universidad que tiene por objeto el lucro. Por otra parte, es necesario que el Estado invierta para la investigación en las universidades orientado fines para ello, así como a mejorar sus diversos servicios.

3.       Reformar el sistema político de la universidad.
Las elecciones libres y universales para la elección de autoridades y representantes de los diversos estamentos, es urgente y necesaria. Los rectores de las universidades dicen que estas elecciones politizarían aún más a las universidades. Esto no hace sino demostrar que le temen a la democracia para gobernar la universidad y que están más interesados en salvaguardar sus propios intereses. El voto universal permitirá romper con la lógica perversa que genera la elección indirecta que permite la compra y venta de votos y favorecer a las clientelas.

4.      Generar nuevas prácticas de lo universitario. Construir poder popular desde la universidad para la transformación social.
Los problemas de fondo no sólo los resolverá una ley. Se requiere de una gran discusión constituyente de lo universitario que permita elaborar de manera colectiva un diagnóstico de la universidad y las estrategias a desarrollar para afrontar sus problemas y desafíos. Pero, incluso más allá de esto, no habrá cambios de fondo si es que no empezamos a trascender lo universitario como un simple espacio de formación en el que se presta un servicio, en el que los estudiantes son clientes que van a ejercer un derecho solamente individual. Requerimos de una universidad al servicio de la transformación social, que a través del desarrollo de nuevas epistemologías en perspectivas más interculturales, de metodologías de reflexión-investigación-acción-participativa, ya  través de la organización, acompañe procesos de construcción de alternativas sociales en los diversos ámbitos y campos. La universidad debe ser un epicentro de experimentación, un laboratorio en el que los saberes académicos sean capaces de dialogar con los saberes populares y abordar los problemas concretos de comunidades, emprendimientos, movimientos sociales, territorios, etc. a través de talleres, cátedras libres, investigaciones colectivas. Esto permitirá generar una nueva correlación de fuerzas que le darán un sentido emancipatorio a las prácticas universitarias y sostener las reformas institucionales que se precisan.


martes, 2 de julio de 2013

La izquierda peruana, su desencuentro con la imaginación, la realidad y su propia historia.


"Escribe Luis Araquistain que "el espíritu con­servador, en su forma más desinteresada, cuan­do no nace de un bajo egoísmo, sino del temor a lo desconocido e incierto, es en el fondo falta de imaginación". Ser revolucionario o renovador es, desde este punto de vista, una consecuencia de ser más o menos imaginativo. El conservador rechaza toda idea de cambio por una especie de incapacidad mental para concebirla y para acep­tarla. Este caso es, naturalmente, el del conser­vador puro, porque la actitud del conservador práctico, que acomoda su ideario a su utilidad y a su comodidad, tiene, sin duda, una génesis di­ferente."

"De otro lado, la imaginación, generalmente, es menos libre y menos arbitraria de lo que se supone. La pobre ha sido muy difamada y muy deformada. Algunos la creen más o menos loca; otros la juzgan ilimitada y hasta infinita. En realidad, la imaginación es asaz modesta. Como todas las cosas humanas, la imaginación tiene también sus confines. En todos los hombres, en los más geniales, como en los más idiotas, se encuentra condicionada por circunstancias de tiempo y de espacio. El espíritu humano reacciona contra la realidad contingente. Pero precisamente cuando reacciona contra la realidad es cuando tal vez depende más de ella. Pugna por modificar lo que ve y lo que siente; no lo que ignora. Luego, sólo son válidas aquellas utopías que se podrían llamar realistas."
José Carlos Mariátegui

"En el Perú sólo hemos pensado en una tradición comunista, olvidando a quienes fueron derrotados pero que quizá planteaban caminos que pueden ser útiles para discutir. No buscar otra receta, hacernos una. En todos los campos. Insistir con toda nuestra imaginación. Hay que volver a lo esencial del pensamiento crítico, lo que no siempre coincide con mostrarse digerible o hacer proyectos rentables. Es diferente pensar para las instituciones o para los sujetos…"

"El socialismo no debería ser confundido con una sola vía. Tampoco es un camino trazado. Después de los fracasos del estalinismo es un desafío para la creatividad. Estábamos demasiados acostumbrados a leer y repetir. Saber citar. Pero si se quiere tener futuro, ahora más que antes, es necesario desprenderse del temor a la creatividad. Reencontremos la dimensión utópica…"

"La cuestión se plantea sólo como el dilema entre quienes admiten la violencia y quienes optan por la vía legal. Así como hace falta una nueva alternativa, es necesario pensar el camino. Algunos creen que hay recetas ya establecidas y que apenas tienen que aplicarlas. Cuando las revoluciones han tenido éxito no ha sido así. Todo lo contrario, siempre han sido y serán excepcionales."
 Alberto Flores Galindo

Cuando se habla de la crisis de la que aún no sale la izquierda, se afirma que ésta se debe o debió a sus desencuentros con la realidad, a su ideologicismo, a las transformaciones en el mundo que no pudo comprender, a la violencia del senderismo, al neoliberalismo impuesto a sangre y fuego y a la caída del Muro de Berlín, a su romanticismo, entre otras razones. De esta manera, la izquierda prácticamente aplastada por las circunstancias y sus pecados, no fue capaz de modernizarse, de asumir o relacionarse con los nuevos sujetos emergidos tras el ocaso del movimiento obrero o del campesinado como los emprendedores que no soñaban futuros luminosos sino el éxito personal; de adoptar la democracia liberal como horizonte insuperable tras el fracaso del socialismo del Este y la derrota de los procesos de lucha armada; y renunciar, maduramente por tanto, a la tantas veces invocada, revolución.

Esta es una manera de ver los desencuentros de nuestra izquierda con la realidad. Sin embargo, creemos que son pensables otras posibilidades, otras dimensiones de ese desencuentro producido en su pasado anterior, y que en esas otras posibilidades hay elementos aún más letales que pueden explicarnos por qué la izquierda –hasta hoy-  sigue a la defensiva, e incapaz de asumir radicalmente el carácter de su propia derrota y a partir de ella su superación. Tal vez, esas otras posibilidades tengan que ver con su renuncia temprana a lo mejor de su herencia, la “creación heroica” y la imaginación de la que hablaba Mariátegui, que nos permitía descubrir, en cada circunstancia, los potenciales de transformación en las propias entrañas de la realidad. De esta manera, la izquierda cayó en nuevas idealizaciones acerca de la propia realidad renunciando a su propia historia, a sus propios procesos, a las energías e imaginación de miles de hombres y mujeres que pusieron sus sueños y mucho de sus vidas en la construcción de la izquierda y un proyecto desmesurado de transformación para el país.

Así, como lo comentan tantos compas de aquellos años, de repente la derrota implicó en el caso de una gran mayoría de dirigentes de la izquierda el alejamiento de sus bases, de los militantes que estaban en el terreno intentando implementar los lineamientos políticos. La derrota de ciertas verdades reveladas y el surgir de nuevas revelaciones llevaron a que estos generales se retirarán sin explicaciones, incapaces de observar lo que a pesar de todo se seguía produciendo creativamente abajo. Los más consecuentes se refugiarían en la doctrina y el testimonio o en la fuga hacia otros ámbitos desde donde aportar, no sin cargar con una gran culpa.

Por ello, hoy, lo que tenemos en lo que podríamos denominar la “vieja izquierda”, es poca claridad política para pararse firmemente a sus rivales y ofrecer otra imagen de futuro, siempre con actitud vergonzante y zigzagueante frente a los procesos de cambio que se producen en América Latina, o con poca comprensión de las amplias movilizaciones callejeras y los movimientos sociales que han marcado las últimas décadas tras la caída del Muro de Berlín, e incluso los procesos “destituyentes” en varios países que para nosotros pasaron de costado, dado que ha sido reticente a la cualquier posibilidad de destitución de un orden constituido ilegítimamente como el nuestro, invocando como en una oración el respeto al estado de derecho.

Recuerdo aún algunos debates, años después de la catástrofe, entre intelectuales de izquierda que proclamaban que su mayor error era no haber virado rápidamente hacia un proyecto moderno, socialdemócrata, en un contexto en el que en el mundo justamente la socialdemocracia demostraba su máximo fracaso para frenar la ofensiva neoliberal o simplemente se había hecho parte de ella.  Alejada de las experimentaciones producidas en el continente y en el mundo, o incluso en nuestro propio país, prefirió la recurrencia a las fórmulas clásicas, a lo seguro, a no asumir riesgos apelando fundamentalmente a la representación, la incidencia, a la institución a los esquemas de cierta ciencia política o en la reivindicación testimonial...tachando todo lo demás de “epocal” o poco realista.

Comprender esto tal vez nos ayude a entender por qué en el Perú, que tuvo una de las izquierdas más importantes del continente y una intelectualidad crítica importante, terminamos en la indigencia más grande. Cabe preguntarse ¿Por qué se desmoronó tan pronto y tan rápido la izquierda? ¿Por qué tan pronto, a pesar seguramente de muchos de sus méritos, la intelectualidad de izquierda terminó al margen de los debates de las corrientes más radicales y creativas del orbe, o las que existieron y trataron de ser radicales y creativas simplemente quedaron en la marginalidad?

No nos interesa seguir con balances liquidacionistas, ni reivindicar originalismos, “esa” izquierda es parte de nuestra historia, o somos también parte de su historia. Se trata de intervenir en el debate en el que los lugares comunes siguen explicando los problemas y las posibles salidas dentro de la izquierda. Para ello tal vez nos sirva mirar, los dilemas que debían afrontar las izquierdas en medio de la grave crisis que atravesaba nuestro país en los años ochenta, momento de bifurcación histórica. Estos dilemas eran solamente ¿optar por la democracia electoral o entrar en la dinámica de la guerra?, ¿eran posibles otras formas de imaginarnos la revolución? ¿Podían imaginarse otras formas de acción política que no la redujeran sólo al calendario electoral o la dinámica institucional? ¿Teníamos que resignarnos a aceptar sin más los ritmos de un régimen político que estaba siendo deshecho por acción de sus propios patrocinadores?

Importantes hipótesis desde nuestro punto de vista se tejían y jugaban en aquellos años en medio de los procesos electorales, la guerra y, por qué no, la búsqueda de un orden alternativo a través de una revolución, de una democracia algo más sustantiva que la que se restringe solo a votar. Otras posibilidades de derrotar la imposición neoliberal, la represión y la guerra. Amplios sectores de la militancia apostaron a orientaciones como las de la estrategia de “gobierno y poder popular” en el entendido que el poder no se agota en el Estado ni la política en la gestión; apostaron por una acción política masiva, policlasista, transformadora y constituyente a través de un “Frente Revolucionario de Masas” que asumía de otra manera al sujeto de la transformación social sin reducirlo a ser una máquina electoral; a constituir una institucionalidad diferente, a través de una Asamblea Nacional Popular en la que el pueblo organizado pueda desplegar su capacidad de autogobierno. La revolución podía resignificarse, creyeron muchos, recogiendo lo mejor de la cultura disruptiva de la izquierda, su dinámica de masas, su invocación amenazante frente al orden constituido cada vez autoritario que podía a su vez convocar el poder destituyente y constituyente del pueblo. Lo pagaron caro, con sus vidas, tanto a manos del terrorismo senderista como del terrorismo de estado. Fueron justamente esas búsquedas, intuiciones, imaginación a las que se renunció tan pronto la izquierda y particularmente sus notables.

La renuncia a la imaginación, y por tanto también a esa realidad que consiste en partir desde la superficie misma de las prácticas sociales y sus experimentaciones, sigue reproduciendo una izquierda incapaz de partir desde lo concreto y necesario, y desde ahí de la capacidad de imaginar lo distinto, lo oblicuo, lo audaz, lo intempestivo, lo rupturista, los otros posibles contenidos en la situación, incluso en aquella que está dominada por el conservadurismo, el clientelismo y el pragmatismo. Nuestra izquierda sigue confiando en “atajos realistas” electorales, representativos y programáticos que pretenden actúen como fórmulas mágicas sobre la realidad, y con su invocación bastara, sin aprender, después de muchos años, que estos intentos de fuga hacia adelante no funcionan. Siendo necesarias seguramente estas tareas, la izquierda y muchos de sus miembros siguen sin tomar la decisión de desplegarse en lo popular. Cuántos jóvenes izquierdistas prematuramente madurados desde un pretendido realismo creen que lo serio está en seguir reproduciendo la lógica de la representación y de la gestión, que termina siendo finalmente el acomodamiento y el aburguesamiento, la renuncia a la creación y a la pasión y su lejanía de las clases populares.

Mientras tanto lo más creativo sigue pasando por fuera de la izquierda, pero ahí están las prácticas de la resistencia, conviviendo cuerpo a cuerpo con la dominación, ahí está lo intempestivo esperando al acecho. Ojalá que la decisión de construir un frente, de reagruparse, haga que de alguna manera la izquierda viva un refresco, recupere lo mejor de su historia y desde ella desate la imaginación para ir a lo encuentro de lo real y no seguir viviendo en fantasías.


martes, 4 de junio de 2013

Primera Asamblea Continental de Movimientos Sociales hacia el ALBA: Integración desde abajo y desde adentro para la transformación social.

Entre el 16 y el 20 de mayo pasados, en Guararema Sao Paulo, en el hermano país de Brasil, y específicamente en la Escuela Florestán Fernandes del Movimiento Sin Tierra, se llevó a cabo la reunión fundacional de la Articulación de Movimientos Sociales hacia el ALBA. La Asamblea contó con la participación de más de 160 delegados y delegadas de 22 países de Nuestra América, todos ellos militantes de organizaciones indígenas, campesinas, de mujeres, urbanas, feministas, de lucha contra el extractivismo, de educación popular, sindicales, entre otras. Una delegación peruana estuvo allí representando a la Articulación de Movimientos Sociales del Perú, espacio identificado con esta iniciativa y que viene trabajando hace ya cierto tiempo y que ha venido realizando algunas actividades, incluida una Plenaria Nacional. El MPP también hace parte de este esfuerzo de construcción de un Frente de trabajo internacionalista.

La Asamblea, dedicada al presidente Hugo Chávez inspirador fundamental del ALBA y del nuevo aliento que han tomado los pueblos del mundo en su lucha libertaria, se produce luego de un proceso de maduración de algunos años. Con una historia previa que se relaciona con la dinámica de articulación de los movimientos sociales en el marco del Foro Social Mundial, y con el desarrollo reciente de algunas iniciativas, se han ido sentando las bases de la articulación de movimientos socio-políticos de Nuestra América. Podemos mencionar entre estas iniciativas la realización de escuelas de formación de militantes, cuadros, formadores con un alcance continental, especialmente las realizadas en la Escuela Florestán Fernades; el impulso de la comunicación popular, comunitaria y comunal consideradas fundamentales para romper los cercos mediáticos a lo largo de nuestros países; la realización de campañas continentales de apoyo a la lucha de los pueblos; y, finalmente, diversas reuniones, tanto en los propios países a través de sus capítulos, como de coordinación continental.

Así, llegamos a esta Asamblea fundacional en la que se definieron una primera estructura orgánica, líneas de acción conjunta y se reafirmó la adhesión a la Carta que dota de identidad a la Articulación. Relatar lo vivido que incluye el trabajo diario desde lo cotidiano en la Escuela donde todos y todas hacemos las labores de limpieza y mantenimiento o analizar las discusiones y reflexiones desarrollados en esta rica experiencia, implicaría una mayor extensión en el presente artículo, por lo que nos referiremos a algunos aspectos solamente. 

1.     Un espacio de renovación política y revolucionaria desde los movimientos sociales

Entre las cosas que es preciso mencionar está el hecho que esta reunión congregó a un conjunto de movimientos sociopolíticos que, recogiendo lo mejor de la tradición revolucionaria del continente, han decidido también asumir los desafíos de la nueva escena contemporánea, así como superar muchas de sus propias limitaciones que se constituyeron en trabas en la historia de la izquierda latinoamericana y mundial.

En este sentido, muchas de las organizaciones presentes reivindican el poder popular como un eje fundamental para la construcción de una alternativa desde la diversidad al capitalismo, recogen el horizonte del buen vivir para la construcción del ecosocialismo y asumen en toda su complejidad la tarea de impulsar estos procesos desde un internacionalismo renovado. Esto, en un contexto en el que son varios tipos de proyectos los que están en juego en América Latina y el Caribe con gobiernos de diverso signo que obligan a establecer un conjunto de estrategias diversas en las que el denominador común es la necesidad de afirmar la autonomía y hacer de los movimientos motor del poder constituyente y transformador de la realidad de nuestros pueblos, sin dejar de lado el reto de la proyección política hacia lo institucional.

De esta manera, la hipótesis radicalmente democratizadora del poder popular, que se centra en la construcción de sujetos colectivos que combaten las relaciones coloniales de explotación capitalista, de opresión patriarcal, de discriminación étnico-racial, de cosificación y mercantilización de la naturaleza, y de dominación imperialista, apunta al autogobierno, la construcción de nuevas relaciones sociales desde abajo, y a una integración entre los pueblos basada en la solidaridad como base para la construcción del sueño emancipador del ecosocialismo.

En un proceso que implica abordar los lados más sombríos y los radicalmente humanos, en medio dela exacerbación por parte del capitalismo  de la soledad y el egoísmo, los participantes pusieron en juego y en una discusión potente los métodos de trabajo, las formas de discutir y construir lo colectivo, y de trabajar sobre la base de la diversidad constitutiva de lo popular, considerada como una fuente de riqueza y no como una traba para la lucha y la elaboración de alternativas.

Una izquierda nueva ha emergido en el continente y halla una de sus primeras síntesis en la articulación tras largos años que sobrevinieron luego de la derrota sufrida por los experimentos socialistas, representada la caída del Muro de Berlín; el arrinconamiento de Cuba y la imposición violenta del neoliberalismo a escala global. Hija de las luchas alterglobalizadoras, y de la resistencia tenaz de los movimientos sociales al nuevo orden mundial contribuyendo a abrir el curso de muchos de los procesos de cambio que vive Nuestra América, esta izquierda también hunde sus raíces en las históricas luchas de los pueblos originarios, del sueño bolivariano, de los trabajadores, y de las mujeres.

2.     Articular nuestras luchas a una escala continental y global para superar el capitalismo.

En las discusiones desarrolladas en la Asamblea se hizo un diagnóstico del capitalismo, de las dificultades de los gobiernos progresistas y de la ventana que se abre en este momento para profundizar los procesos de cambio en el continente desde la radicalidad política de los movimientos sociales, esto con el aporte de compañeros y compañeras como Isabel Rauber, Claudio Katz, François Houtart y Gustavo Codas. Resaltamos la caracterización de los proyectos en curso en Nuestra América que se vinculan además a diversas formas de integración. De esta manera se constató la persistencia del proyecto neoliberal en el que se articulan gobiernos como los de México, Colombia, Chile y Perú y que apuestan a lanzar la Alianza del Pacífico en función de los intereses del imperialismo norteamericano y que no es otra cosa que la re-edición, aunque mucho más ambiciosa, del ALCA que fuera derrotada el 2005 en Mar del Plata.

Los gobiernos neo-desarrollistas que se debaten entre momentos de afirmación de la soberanía y proyectos de desarrollo autónomos en el marco de esfuerzos por avanzar hacia formas de capitalismo nacional y estados sociales redistributivos sin necesariamente procesar cambios estructurales; y su dependencia de economías rentistas y extractivistas con tendencias a reforzar las formas de acumulación por desposesión de alcance global. De esta manera, estos gobiernos se hallan vinculados fundamentalmente a procesos de integración relacionados a la economía y los mercados y también dinámicas geopolíticas, generando principalmente espacios de comercio común que pueden aportar a la proyección de las economías nacionales, pero también son aprovechados por las trasnacionales. Entre estos están por ejemplo el MERCOSUR y la CELAC.

Finalmente, tenemos el atisbo de una forma de integración distinta, que trasciende lo económico y que busca desarrollar la solidaridad, la complementariedad, la no competencia y el buen vivir entre los pueblos,. Esta iniciativa nacida de la Venezuela Bolivariana, a la que se adhirieron varios otros gobiernos populares es la que toma forma en el sueño de la Alianza Bolivariana de las Américas- ALBA. Dentro de esta iniciativa, que agrupa a varios estados, se abrió hace algunos años un espacio para los movimientos sociales continentales. Estos, se propusieron empujar esta modelo de integración aún en construcción, en contradicción con los gobiernos neoliberales, en alianza y lucha con los contradictorios gobiernos neodesarrollistas y a través del impulso de iniciativas concretas en el marco de los procesos más avanzados, asumiendo que los gobiernos populares se siguen desenvolviendo en el marco Estados capitalistas.

De esta manera se trata de empezar a articular las luchas de los pueblos en un conjunto de ejes tanto (multi)sectoriales, trasnversales-funcionales (formación, comunicación) y de campañas concretas en las que se busca trascender el “apoyo moral” para pasar a la solidaridad activa a través de brigadas, la movilización de masas, entre otras formas de ejercicio concreto del internacionalismo para respaldar las diversas luchas. Igualmente se trata de ir desarrollando propuestas desde los movimientos para construir alternativas concretas al neoliberalismo y al capitalismo. Muchas de las organizaciones presentes, desde su práctica concreta han desplegado no sólo lucha de masas, sino han aportado a la construcción de espacios de decisión popular en espacios comunales, barriales y laborales; han impulsado espacios de formación política y académica popular; emprendimientos autogestionarios de diverso tipo y de carácter productivo entre otros, en su búsqueda por construir aquí y ahora alternativas al capitalismo.

Atraviesa la apuesta de los movimientos sociopolíticos hacia el ALBA el convencimiento que la lucha y las experiencias que se vienen construyendo desde los diversos espacios territoriales y sectoriales, desde los ámbitos locales y nacionales, no se sostendrán si es que no lo hacen desde una perspectiva continental e incluso global para derrotar decididamente al capitalismo y avanzar hacia el socialismo.

3.     Las tareas y la urgencia de la solidaridad.

Un conjunto de acuerdos y lineamientos se definieron en la Asamblea (los que se pueden encontrar en las páginas relacionadas a la articulación que adjuntamos más abajo), todos puestos de manera permanente en discusión y establecidos como herramientas de trabajo para avanzar en la lucha. Más allá de estos acuerdos y lineamientos con sus vacíos y limitaciones que deberán seguir siendo debatidos y mejorados rescatamos los desafíos planteados por Joao Pedro Stedile del MST brasileño, como dinámicas y ejes permanentes de trabajo:

-    Impulsar la lucha de masas a nivel continental que no es otra cosa que multiplicar la acción política de los pueblos.
-   Desarrollar la formación política que la que ninguna institución educativa formal se hará cargo y que es tarea de la militancia popular.
-   Multiplicar los medios de comunicación popular y hacerle contrapeso al poder mediático en nuestros países y en el conjunto del continente.
-   Efectivizar la solidaridad activa con los pueblos de Nuestra América. No basta con declaraciones, se necesita poner el cuerpo.
-    Avanzar en las experiencias de educación popular para fortalecer a las organizaciones de base y las luchas populares.
-    Promover las experiencias de autogestión y economía popular.
-  Finalmente, articular todas nuestras luchas desde una perspectiva anticapitalista, antipatriarcal, antimperialista.

Stedile afirmó que el socialismo no es una doctrina, es un horizonte que debe desarrollarse en la “lucha de clases”, en medio de las mayorías y sus realidades concretas. Rechazó así la actitud de los “socialistas” que sólo quieren reunirse y relacionarse con los que son socialistas cuando lo que hay que hacer es actuar y aprender en las luchas concretas y de cara a las grandes mayorías populares.

Finalmente, asumiendo la urgencia de solidaridad con pueblos hermanos como Cuba, Venezuela, Honduras y Paraguay, recogemos la tarea inmediata de poner los ojos en pueblos que han sido sistemáticamente agredidos y que se vuelven claves en la hora presente: Colombia, donde ahora se procesa el diálogo de paz entre las FARC y es Estado, requiere hoy más que nunca del apoyo del continente entero. La paz y la justicia social deben llegar pronto al pueblo colombiano lo que además será clave para desmilitarizar el continente. La otra gran herida es Haití, donde incluso muchos de los gobiernos progresistas y populares tienen a sus tropas como fuerzas de ocupación. Haití, cuna de la emancipación nuestroamericana no puede seguir en el olvido de los internacionalistas que han decidido avanzar en la construcción del socialismo indo-afro-caribeño.

Algunos Documentos para más información:
Carta de los Movimientos Sociales Belém 2009
Declaración de la Primera Asamblea Continental de los Movimientos sociales

martes, 28 de mayo de 2013

La Consulta Previa a los pueblos indígenas, un derecho democrático fundamental que pretende ser violentado por la derecha económica y política.

Lo que a estas alturas está en juego con el destino de la Consulta Previa (CP) a los Pueblos Indígenas no es la persistencia de los conflictos sociales o la garantía de las inversiones; está en juego un derecho democrático, de alcance global, asumido por el Perú a través del Convenio 169 de la OIT firmado hace ya casi 20 años, que consiste en considerar la opinión de dichos pueblos, y obtener su consentimiento, en las políticas, proyectos y normas que afectan su derecho mismo a existir y sus posibilidades de desarrollo propio.
A la postergación de la aplicación de dicho Convenio durante tantos años, la renuencia del último Gobierno de García a promulgar la ley, se suma ahora la frustración que genera el actual gobierno que, tras haber aprobado la Ley, el Reglamento y la Guía metodológica, busca por todos los medios acotar este derecho o simplemente aplazar su aplicación. Lo “paradójico” es que esta situación no es denunciada por determinados sectores que son particularmente activos de hacerlo cuando sienten que se vulnera el “estado de derecho” si se pretende cualquier modificación en el actual esquema económico en el país. Por el contrario, vienen generando presiones para evitar el ejercicio de la CP a la que algunos de sus representantes consideraran “romántica”, prácticamente inservible, y pasible de ser politizada por las “comunidades nómadas” y las ongs.
En esta perspectiva, se han producido varias señales y hechos que hacen dudar de la capacidad o de la voluntad real del actual gobierno de implementar este derecho democrático con todas sus implicancias y consecuencias, y han evidenciado las diferencias a su interior entre los sectores como Energía y Minas, Ambiente o el Ministerio de Cultura al que recientemente renunció el viceministro Iván Lanegra, encargado de impulsar el proceso, tras la decisión del gobierno de no publicar la Base de Datos de los Pueblos Indígenas, un instrumento que facilitaría la aplicación de la Consulta.
Así, la  negativa a incorporar las observaciones de las organizaciones tanto en la ley como en el reglamento, incluidas muchas que llegaron a consensuarse; la dilación de la publicación de la Guía Metodológica que finalmente fue aprobada y publicada no sin muchas críticas; la decisión de no hacer pública la Base de Datos elaborada para establecer qué pueblos son objeto de consulta para “no crear falsas expectativas”; las declaraciones del presidente de la República sobre la exclusividad de las comunidades nativas amazónicas para la realización de la Consulta desconociendo a los pueblos de la zona andina como indígenas; finalmente, la pretensión de desarrollar procesos de consulta a medida, caso por caso, evaluando si es que se aplica o no, muestran que el objetivo principal del gobierno es fundamentalmente “destrabar los proyectos mineros” y “acelerar las inversiones”.
Con ello se vienen desarrollando maniobras de aplazamiento innecesario de la CP, se está pretendiendo excluir a las organizaciones regionales y nacionales de estos procesos, y se viene intentando ampliar de manera ilegal las consideraciones para determinar qué sectores de la población son o no considerados indígenas. Lo que  terminó siendo un prometedor esfuerzo por concretar la CP impulsada a inicios del gobierno de Humala con la promulgación de la Ley, hoy termina siendo un  obstáculo para la forma en que se siguen implementando proyectos especialmente relacionados a la explotación de las materias primas en territorios de estos pueblos y que ahora son la única prioridad del gobierno. Se pretende así se hagan consultas o se eviten sobre la base de hechos consumados, que se desarrollen como procedimientos administrativos que no implican una real incidencia en el destino de los proyectos extractivos, contradiciendo la buena fe que debe estar en el centro de la relación entre los pueblos indígenas y el Estado.
Este próximo 5 de junio se conmemorará un año más del Baguazo, que significó la pérdida de vidas de varios peruanos, entre ellos policías e indígenas, y consideramos fundamental exigir el cumplimiento de la CP insistiendo en que esta debe darse sobre la base de condiciones que la hagan legítima, es decir que sea realmente libre, previa e informada, resguardando así el estado de derecho que hipócritamente dicen defender los sectores más retrógrados del país cuando de sus negocios se trata. Veremos si en el marco del nuevo impulso anunciado en días recientes por el gobierno de Humala no terminamos nuevamente sumidos en nuevas situaciones de violencia y en una CP implementada tal como se han venido implementando los Estudios de Impacto Ambiental, que en los hechos han sido un saludo más a la bandera, que sólo han provocado más muertes y un mayor rechazo de la población a los proyectos extractivos.