César Hildebrandt
Qué buenos se han vuelto todos
Don Genaro Delgado convoca a la solidaridad “de todos los peruanos”...
“hermanados por el mismo dolor”, dice Madeinusa en Canal 2...
“Porque la tragedia nos une”, dice Alejandro Guerrero...
“Y nos desafía a todos a colaborar con nuestros hermanos”, dice en Canal 9 esa señorita que le lustró las botas a Fujimori...
“¿Qué mejor momento que este para estar unidos”, se pregunta la ministra que está en planilla de la Telefónica y que por eso no la puede criticar...
“La cruzada del amor”, dice el alcalde de Bellavista...
“Pase usted a donar, por favor”, dice el animador...
“¡Qué lindo gesto!”, dice la locutora al ver a alguien entregando una frazada...
“¡Tarjeta roja a la indiferencia!”, grita Carlos Álvarez...
“Las donaciones se pueden hacer en las siguientes cuentas del Banco de Crédito...”, manda decir el hombre que no quiere pagar 54 de millones de soles en impuestos...
“Se está enseñando a amar”, dice la narradora de noticias...
“Muchas gracias, almirante”, dice el doctor Alan García cuando le anuncian que están llegando a Pisco doscientos infantes de marina para custodiar el orden...
“Por el Perú somos capaces de todo”, dice el ministro de Vivienda...
“Nunca hemos visto tanta solidaridad”, dice el reportero de Día D...
“Es en estos momentos cuando se prueba el amor por la patria”, dice el cómico Benavides...
“El Perú se da la mano”, repite Tula...
“Agua, ropa de abrigo, linternas: eso es lo que más necesitamos”, dice Christian Thorsen...
“Sólo víveres: no dinero”, dice Enrique Ocrospoma, alcalde de Jesús María...
“Puedes poner tu ayuda en la cuenta abierta para este propósito humanitario en el Banco Falabella...”, dice la publicidad en TV...
“Los dos equipos más grandes del fútbol peruano se unen en este momento”, dice Phillip Butters...
“Sólo el amor y la solidaridad pueden sacarnos de esta situación”, dice el cura junto a un camión de Cáritas...
“Toda la ayuda del Apra está yendo al Grupo 8 para ser embarcada en el avión que parte”, dicen en el local de Alfonso Ugarte...
Una epidemia de amor se ha desatado en el Perú. De pronto, todo parece una postal ilustrando un cuento de Hans Christian Andersen: Carlos Raffo piensa, los de siempre tienen el corazón en la mano, las colectas se multiplican, los teléfonos que no funcionaban se vuelven gratuitos, las compañías de seguros que odian a la muerte se compadecen de tantas muertes, Michelle Bachelet nos quiere, Jessica Tapia llora, Alejandro Guerrero habla del bienestar de los peruanos, las hienas auxilian a las mariposas heridas, los lobos cuidan de las ovejitas y las viudas negras recolectan su veneno para que fabriquemos antídotos con él.
¡Qué maravilla! ¡Qué país grandioso!
¿Es que no recordábamos que hay millones de peruanos que viven exactamente igual que los damnificados de Chincha?
¿Es que no sabemos que la intemperie es la casa de millones de peruanos?
¿Es que desconocíamos que millones de peruanos no tienen agua, igual que los sobrevivientes de Pisco?
¿Es que no sabemos que hay millones de peruanos que no tienen ningún muro que se les caiga?
¿Es que dudábamos de que hubiera cientos de miles de peruanos que están esperando una ración de comida decente cada día?
¿Es que necesitábamos un terremoto para recordar que hay seres humanos, como nosotros, que no viven como seres humanos?
¿Necesitamos más terremotos para darnos cuenta de que tenemos que cambiar este modelo injusto que pretende ser inalterable?
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