lunes, 21 de junio de 2010
Por el Sendero Luminoso de "Alditus" Mariátegui o la Cuarta Espada del Neoliberalismo Armado
La campaña senderista (de la fracción "acuerdista") está teniendo, a no dudarlo, impacto y presencia en la opinión pública. Entre sus principales propagandistas están el Diario "El correo" y su director Aldo Mariátegui. Sus objetivos: seguir fortaleciendo el sentido común autoritario y conservador que tiene una fuerte hegemonía en el Perú haciendo uso del miedo y el "cuco" senderista (ya se está pidiendo intervención en las universidades). Alentar con esto el repunte de KeiKo Fujimori, representante de la ultraderecha popular peruana (Aldo M. celebra esto en su editorial del día 21 de junio). Conseguir una opinión favorable para la amnistía de los militares que practicaron el terrorismo de Estado. Y, generar una gran cortina de humo para un gobierno, y un modelo, que muestra cada vez más su podredumbre moral (evidenciada en flagrantes casos de corrupción y de traición de los intereses nacionales).
No es que Sendero no tenga presencia en las universidades y en muchos otros lugares. Claramente el sector "acuerdista", que es el que pide amnistía (para senderistas, militares y civiles responsables de crimenes de lesa humanidad) como base de la reconciliación hasta que se supere el recodo y reiniciar la lucha armada dentro de algunas décadas, está presente en algunas universidades y zonas de Lima y el país. Su presencia si bien pequeña es muy activa y viene ganando espacios políticos en algunos bolsones de la población que también son proclives al discurso antaurista (etnocacerista). Sin embargo, si nos tomáramos en serio el asunto, nos quedaría claro que la derrota del senderismo no se logra por la vía militar, sino asumiendo nuestro carácter de sociedad post conflicto, con problemas de desigualdad y discriminación vigentes a pesar, o gracias a la modernización neoliberal; y, enfrentando políticamente proyectos (el senderista y el neoliberal-fujimorista) que sólo han traido como consecuencia que sigamos siendo unos de los reductos neoliberales del continente, la destrucción del movimiento popular y la muerte de miles de peruanos y peruanas cuyas vidas fueron y siguen siendo despreciadas.
En otras sociedades que han atravesado por guerras internas la reconciliación ha llegado porque las partes fueron capaces de ponerse de acuerdo asumiendo sus propias responsabilidades políticas, castigando judicialmente a quienes cometieron crímenes, y apuntando a no volver atrás, a que no se repita. El asunto es más complejo en una sociedad como la peruana en la que se hizo uso sistemático del terrorismo (uso del terror para fines políticos) tanto por las Fuerzas Armadas como por los grupos alzados en armas, especialmente Sendero Luminoso; en una sociedad en la que ninguno de los contendientes quiere reconocer su responsabilidad, y tampoco tienen propósito de enmienda. Por eso lo que piden con su amnistía es a todas luces solamente impunidad y la permanencia de un círculo vicioso que garantiza el continuismo neoliberal y que se alimenta del miedo.
Hoy, como ocurrió ya antes en la dictadura, la lucha de los fujimoristas se hermana perversamente con la de los senderistas, tanto los "colinas" como los pelotones de aniquilamiento senderistas, los fujis y los guzmán piden a voz en cuello amnistía. Aldito Mariátegui pone su cuota porque el representa a un sector que quisera eternizar un conflicto armado que no ha cesado y en el que la principal víctima, aunque no inerme, sigue siendo el pueblo peruano; un conflicto armado que sin embargo ahora tiene a un contendor que aviva al fantasma senderista para seguir imponiendo sus intereses por encima de los de la mayoría de peruanos y peruanas. Ya quisiera Aldito que estemos exigiendo un "neoliberalismo armado" más abierto para detener las luchas populares y evitar cualquier posibilidad de cambio.
Por eso, contra el Sendero Luminoso de Aldito Mariátegui, a nosotros y nosotras nos queda seguir luchando por la verdad, impedir cualquier amnistía y por tanto la impunidad ante los crímenes de lesa humanidad perpetrados por los senderistas y los agentes del estado; luchar políticamente por una democracia sustantiva, real, profunda, y por tanto con métodos también radicalmente democráticos, para que no se repita, mejor, para que no se siga repitiendo la injusticia, el miedo, el terror al que nos quieren condenar eternamente.
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