Disidencias. Los nuevos perros del hortelano
Alberto Adrianzén M.
Hace unos días un amigo comentando las declaraciones del empresario José Chlimper, dijo que las mismas tenían un lado positivo: permiten abrir una discusión política y mostrar a los empresarios (o a una mayoría de ellos) tal como son. Mi punto de vista es contrario. Creo, más bien, que una persona civilizada y democrática, en ese orden, tiene la obligación de abstenerse de hablar como Chlimper.
Con ello no quiero justificar, menos promover, lo que podemos llamar la hipocresía y la mentira sociales, recursos, por lo demás, que los individuos emplean a menudo en una sociedad y que, en algunos casos, suelen ser calificados, como diría una canción de Joaquín Sabina, de mentiras piadosas. Los silencios muchas veces expresan y dicen más cosas que las propias palabras. Además, es mejor ser dueño de los silencios que esclavos de las palabras. Y esto es válido sobre todo para los políticos y para los llamados líderes de opinión como pretende ser el señor Chlimper.
Como es público Chlimper ha dicho:"He sido informado que el Presidente de la República le encargó el problema (se refiere a la huelga de los estibadores del puerto del Callao) al primer ministro… Me pongo a disposición de él no como el presidente del directorio de Agrotas (me imagino que es su empresa) ni como dirigente sino como Pepe Chlímper con mis armas (dice que son varias) con la licencia de Dicscamec para el jueves a las 6 de la tarde ir a tomar el puerto del Callao. Porque si la Marina no puede, yo la voy a tomar" (El Comercio 29/11/2007).
En otro momento afirmó que no era posible que 150 mil trabajadores pierdan "porque 600 o 700 malnacidos estén apoderándose del puerto del Callao… yo prefiero morir en el puerto del Callao antes de que ellos sigan ocupándolo como si fuese una fuerza de ocupación de un país vecino. Señor Saavedra yo quiero recibir las bombas molotov si es que mañana usted no entrega de regreso el puerto del Callao…".(ibid). Sin embargo, lo más importante es lo que dijo al final: "No estoy amenazando. Estoy haciendo uso de una invitación, de una convocatoria política, Los empresarios no podemos seguir simplemente declarando y haciendo notas de prensa".
El asunto Chlimper, por llamarlo de algún modo, va más allá de lo dicho hasta aquí. Ludwig Wittgenstein dice que imaginar un lenguaje es también imaginar una forma de vida. Por eso las palabras del empresario Chlimper no solo tienen el problema de que son dichas o enunciadas de una manera impune sino también que suponen la propuesta de una forma de vida (política) determinada, la que puede calificarse sin ninguna exageración de fascista.
Esta mentalidad fascistoide no solo proviene de considerar al otro simplemente como un "malnacido" sino también –disculpen la obviedad– porque se está defendiendo unos intereses muy distintos al de los "malnacidos" (o trabajadores). Cuando Chlimper nos dice que está defendiendo el 8% de las utilidades de sus diez mil trabajadores, lo que en realidad nos quiere decir es que está protegiendo el 92% de sus utilidades. En este contexto Chlimper ha encontrado que la mejor manera de resguardar sus intereses y los de su clase es a través de formas paramilitares.
Carlos Marx dice que "el hombre lleva su nexo con la sociedad en el bolsillo". Y eso lo saben perfectamente el señor Chlimper y otros como él. De ahí que haya decidido defender su bolsillo o mejor dicho su dinero con las armas. Es como decir: o mi plata o tu vida (malnacido). Por eso, si alguien considera la lucha de clases cosa del pasado, que escuchen bien a José Chlimper.
Sin embargo, hay otra pregunta; por qué este tipo de declaraciones hoy son posibles. Tengo la impresión, más allá de los deslindes que hace Jorge del Castillo cada cierto tiempo, que es el poder mismo el que promueve este lenguaje o, mejor dicho, este estilo de vida.
En la CADE última, el Presidente García les dijo a los empresarios que no contraten a asesores ex izquierdistas porque son pesimistas: "Hasta los ricos y empresarios buscan a los ex izquierdistas para asustarse entre ellos, sigan escuchándolos y verán que no invertirán un sol". Para luego decirles lo que "ustedes necesitan son personas que les inyecten valor y no temor". Chlimper es acaso el modelo de asesor propuesto por el presidente García para los empresarios. Alguien que infunde valor y no temor, y que está dispuesto a defender con las armas su bolsillo. Son algo así como una nueva raza de perros (armados) del hortelano: se comen todo y no dejan que el resto coma algo.
domingo, 16 de diciembre de 2007
viernes, 14 de diciembre de 2007
Frente a la prensa fascista que pretende cri minalizar la voz diferente
Amigos y amigas todas:
Si de algo me siento responsable en mi vida, y creo hice seriamente, es luchar contra la dictadura fijimorista. Y me preocupa lo poco que hemos ganado con ello, pues dificilmente podemos decir que esto es una democracia cuando se dan leyes para criminalizar la protesta social y se usan los grandes medios de comunicación (cosa que no me sorprende pues en este país no hay un uso democrático de los medios masivos de comunicación) para crear cortinas de humo y lanzar fáciles acusaciones cuando alguien tiene una opinión diferente.
No con sorpresa, pero si con indignación, me enteré que la semana pasada, en esos pasquines llamados Correo y La Razón -caja de resonancia del Fujimorismo en pleno juicio al dictador- se había publicado una nota sobre los vínculos en el país entre el Chavismo, ex presos del MRTA, y como en una bolsa a una serie de personas y organizaciones que hacen propaganda ideológica chavista en el país. Se hablaba de la Coordinadora Continental Bolivariana (CCB) por un lado, de los Círculos Bolivarianos, y en otro recuadro se hablaba sobre las Casas del Alba que un congresista nacionalista defendía, y como confundiéndolas a una serie de personas en la lista de los Directivos de la CCB en cuyos cargos representativos están ex presos del MRTA. Osea, lo que daban a entender es el rebrote de las ideologías castristas mezcladas con bolivarianismo, sancochadas con nacionalistas y vinculadas a "terroristas". Todo esto ad portas del juicio a su líder y con la confirmación de estos "hechos" (¿?) del paralamentario fujimorista Rolando Sousa.
La demostración de una política sistemática en este sentido es la información que se propagara a través de diversos medios sobre la presencia senderista en las universidades. Recuerdo específicamente que en canal N se hablaba de grupos "marxistas" y de personajes entre los que se implicaba a Martín Colán en la Universidad de San Marcos. Inmediatamente, si uno conoce a Martín Colán, sabe lo burdo de la manipulación con que se presentan las noticias. Colán es un dirigente del PC-Unidad que nada tiene que ver con Sendero y cuya organización es más bien una de las más importantes de la CGTP.
Pero, no sólo considero que esto sea una cortina de humo. Junto a la criminalización de las protestas sociales, también se apunta a la criminalización de personas y organizaciones que tiene una perspectiva diferente, con la transmisión permanente de mensajes mackartistas, y la censura -a través de la adjetivación de terroristas o seguidores del diablo Hugo Chávez- de quienes tenemos una voz diferente.
El caso, y remitiéndome a los hechos, y con la penosa tarea de aclarar a estos "periodistas" sobre la información presentada, pues apareció mi nombre en la lista vinculada a la CCB, debo decir lo siguiente:
a) No soy directivo ni activista de la Coordinadora Continental Bolivariana. El serlo no creo sea un delito, ni tampoco que sus directivos sean ciudadanos que pagaron por sus responsabilidades penales en prisión y hoy tiene los mismos derechos que otros ciudadanos. Alguna vez fui invitado a participar de sus actividades, en las que se hablaba de la situación del continente y de lo que viene ocurriendo en Venezuela. Sin embargo, no me siento representado por la CCB, y algunas consideraciones polítcas que tiene.
b) Hasta donde yo sé, el gobierno venezolano auspicia una organización continental propia denominada Congreso Bolivariano de los Pueblos (CBP), en la que se encuentran representadas diversas organizaciones de la izquierda social y política del continente. Y más bien, tengo entendido, también tiene fuertes diferencias con la CCB. Entonces debo afirmar casi con total seguridad que no hay vínculo entre el gobierno venezolano y la CCB más allá de la simpatía que pueda tener cualquiera de sus miembros con Chávez o el proceso venezolano.
c) Los círculos bolivarianos y las Casas del Alba (intermediarios para llevar a gente en extrema pobreza a Venezuela, que no atiende en cuanto a la salud el Estado Peruano) a los que se alude no tiene tampoco vinculación alguna con la CCB.
d) La CCB está desactivada hace ya varios meses y hace mucho tiempo que no tiene un local de funcionamiento ni actividades propias.
Comprendo que según estos señores "periodistas" lo políticamente correcto sea hacerle venias al Fujimorismo, al ultraderechizado gobierno de Alan García, que se defienda a las transnacionales mineras (esas que les pagan viajecitos) y a sus intermediarios peruanos, esos que siempre vendieron el Perú. Supongo que en el mismo sentido creerán más válido tenerle simpatía al gobierno narco-paramilitar de Álvaro Uribe y que se celebre el TLC con los EEUU que sólo beneficia a unos pocos y que como en México sólo favorecerá a los norteamericanos y perjudicará como siempre a los más pobres.
Pues bien, hay otros que creemos que nuestro país se merece un rumbo distinto, que el ideólogo del "perro del hortelano" tiene un discurso que las oligarquías han defendido desde hace varios siglos, que no tiene nada de novedoso y nos llevará al mismo fracaso, y que en América Latina diversos pueblos ya despertaron y se han hecho concientes de a quién sirve el modelo neoliberal. Y en muchos casos simpatizamos con ellos porque son expresión y resultado de la lucha y organización de grandes mayorías sociales, que a través de métodos democráticos, y su apuesta por defender su cultura, sus territorios, sus derechos intentan construir formas de democracia más sustantiva que los poderes fácticos del dinero les han expropiado.
Finalmente, lo que obviamente se trata de hacer es de vincularnos al "terrorismo", en particular al MRTA. Esta forma tendenciosa de presentar la información pretende de esta manera paralizar nuestras opiniones y/o actividades a través del miedo. A este respecto debo afirmar que mis convicciones están ancladas en una apuesta que pretende responder a una nueva época, época en que las guerras son funcionales al Imperio, pues este pretende plantearnos un escenario de guerra permanente. Que lo que cabe es desarrollar la resistencia democrática de las grandes mayorías de nuestros paises frente a la beligerancia y agresividad de las clases dominantes y del imperio. Que nuestra apuesta es por la vida, porque para nosotros el Capitalismo es muerte. Y que el paradigma guerrillero latinoamericano respondió a otra época, que estamos bien lejos de las lógicas militaristas y vanguardistas que desde nuestro punto de vista encarnó el MRTA.
Este deslinde, no busca ponernos a buen recaudo y bajo el paraguas de este Estado "perromuertero", que funciona sobre la base de una constitución espuria, que consagra el robo y atenta contra los intereses de la mayoría de peruanos siguiuendo su tradición. No vamos a simplificar la época atroz que nos tocó vivir con la guerra interna y que expresa esos "hondos y mortales desencuentros entre peruanos", defendiendo a un Estado que ha sido uno de sus principales protagonistas a través del uso de métodos terroristas.
Muchos de nosotros luchamos contra el fujimorismo porque queremos vivir en un país donde quepamos todos, en el que sea posible alzar nuestra voz y autodeterminarnos. Sabemos que hoy en el Perú hay un fortalecimiento de la cultura conservadora y del proyecto neoliberal, que las oligarquías vuelven. Sin embargo, también se abren las posibilidades para cambiar el rumbo histórico del país, y en este cambio deben ser protagonistas, y de hecho ya lo están siendo, las grandes mayorías.
Pido a mis amigos, a los que tengan a bien hacerlo, difundir esta comunicación. No podemos permitir que la prensa basura siga haciendo lo que le da la gana, ni permitir que las pocas libertades que nos quedan en el reino del libre mercado, nos sean fácilmente arrancadas.
Alvaro Campana Ocampo
Si de algo me siento responsable en mi vida, y creo hice seriamente, es luchar contra la dictadura fijimorista. Y me preocupa lo poco que hemos ganado con ello, pues dificilmente podemos decir que esto es una democracia cuando se dan leyes para criminalizar la protesta social y se usan los grandes medios de comunicación (cosa que no me sorprende pues en este país no hay un uso democrático de los medios masivos de comunicación) para crear cortinas de humo y lanzar fáciles acusaciones cuando alguien tiene una opinión diferente.
No con sorpresa, pero si con indignación, me enteré que la semana pasada, en esos pasquines llamados Correo y La Razón -caja de resonancia del Fujimorismo en pleno juicio al dictador- se había publicado una nota sobre los vínculos en el país entre el Chavismo, ex presos del MRTA, y como en una bolsa a una serie de personas y organizaciones que hacen propaganda ideológica chavista en el país. Se hablaba de la Coordinadora Continental Bolivariana (CCB) por un lado, de los Círculos Bolivarianos, y en otro recuadro se hablaba sobre las Casas del Alba que un congresista nacionalista defendía, y como confundiéndolas a una serie de personas en la lista de los Directivos de la CCB en cuyos cargos representativos están ex presos del MRTA. Osea, lo que daban a entender es el rebrote de las ideologías castristas mezcladas con bolivarianismo, sancochadas con nacionalistas y vinculadas a "terroristas". Todo esto ad portas del juicio a su líder y con la confirmación de estos "hechos" (¿?) del paralamentario fujimorista Rolando Sousa.
La demostración de una política sistemática en este sentido es la información que se propagara a través de diversos medios sobre la presencia senderista en las universidades. Recuerdo específicamente que en canal N se hablaba de grupos "marxistas" y de personajes entre los que se implicaba a Martín Colán en la Universidad de San Marcos. Inmediatamente, si uno conoce a Martín Colán, sabe lo burdo de la manipulación con que se presentan las noticias. Colán es un dirigente del PC-Unidad que nada tiene que ver con Sendero y cuya organización es más bien una de las más importantes de la CGTP.
Pero, no sólo considero que esto sea una cortina de humo. Junto a la criminalización de las protestas sociales, también se apunta a la criminalización de personas y organizaciones que tiene una perspectiva diferente, con la transmisión permanente de mensajes mackartistas, y la censura -a través de la adjetivación de terroristas o seguidores del diablo Hugo Chávez- de quienes tenemos una voz diferente.
El caso, y remitiéndome a los hechos, y con la penosa tarea de aclarar a estos "periodistas" sobre la información presentada, pues apareció mi nombre en la lista vinculada a la CCB, debo decir lo siguiente:
a) No soy directivo ni activista de la Coordinadora Continental Bolivariana. El serlo no creo sea un delito, ni tampoco que sus directivos sean ciudadanos que pagaron por sus responsabilidades penales en prisión y hoy tiene los mismos derechos que otros ciudadanos. Alguna vez fui invitado a participar de sus actividades, en las que se hablaba de la situación del continente y de lo que viene ocurriendo en Venezuela. Sin embargo, no me siento representado por la CCB, y algunas consideraciones polítcas que tiene.
b) Hasta donde yo sé, el gobierno venezolano auspicia una organización continental propia denominada Congreso Bolivariano de los Pueblos (CBP), en la que se encuentran representadas diversas organizaciones de la izquierda social y política del continente. Y más bien, tengo entendido, también tiene fuertes diferencias con la CCB. Entonces debo afirmar casi con total seguridad que no hay vínculo entre el gobierno venezolano y la CCB más allá de la simpatía que pueda tener cualquiera de sus miembros con Chávez o el proceso venezolano.
c) Los círculos bolivarianos y las Casas del Alba (intermediarios para llevar a gente en extrema pobreza a Venezuela, que no atiende en cuanto a la salud el Estado Peruano) a los que se alude no tiene tampoco vinculación alguna con la CCB.
d) La CCB está desactivada hace ya varios meses y hace mucho tiempo que no tiene un local de funcionamiento ni actividades propias.
Comprendo que según estos señores "periodistas" lo políticamente correcto sea hacerle venias al Fujimorismo, al ultraderechizado gobierno de Alan García, que se defienda a las transnacionales mineras (esas que les pagan viajecitos) y a sus intermediarios peruanos, esos que siempre vendieron el Perú. Supongo que en el mismo sentido creerán más válido tenerle simpatía al gobierno narco-paramilitar de Álvaro Uribe y que se celebre el TLC con los EEUU que sólo beneficia a unos pocos y que como en México sólo favorecerá a los norteamericanos y perjudicará como siempre a los más pobres.
Pues bien, hay otros que creemos que nuestro país se merece un rumbo distinto, que el ideólogo del "perro del hortelano" tiene un discurso que las oligarquías han defendido desde hace varios siglos, que no tiene nada de novedoso y nos llevará al mismo fracaso, y que en América Latina diversos pueblos ya despertaron y se han hecho concientes de a quién sirve el modelo neoliberal. Y en muchos casos simpatizamos con ellos porque son expresión y resultado de la lucha y organización de grandes mayorías sociales, que a través de métodos democráticos, y su apuesta por defender su cultura, sus territorios, sus derechos intentan construir formas de democracia más sustantiva que los poderes fácticos del dinero les han expropiado.
Finalmente, lo que obviamente se trata de hacer es de vincularnos al "terrorismo", en particular al MRTA. Esta forma tendenciosa de presentar la información pretende de esta manera paralizar nuestras opiniones y/o actividades a través del miedo. A este respecto debo afirmar que mis convicciones están ancladas en una apuesta que pretende responder a una nueva época, época en que las guerras son funcionales al Imperio, pues este pretende plantearnos un escenario de guerra permanente. Que lo que cabe es desarrollar la resistencia democrática de las grandes mayorías de nuestros paises frente a la beligerancia y agresividad de las clases dominantes y del imperio. Que nuestra apuesta es por la vida, porque para nosotros el Capitalismo es muerte. Y que el paradigma guerrillero latinoamericano respondió a otra época, que estamos bien lejos de las lógicas militaristas y vanguardistas que desde nuestro punto de vista encarnó el MRTA.
Este deslinde, no busca ponernos a buen recaudo y bajo el paraguas de este Estado "perromuertero", que funciona sobre la base de una constitución espuria, que consagra el robo y atenta contra los intereses de la mayoría de peruanos siguiuendo su tradición. No vamos a simplificar la época atroz que nos tocó vivir con la guerra interna y que expresa esos "hondos y mortales desencuentros entre peruanos", defendiendo a un Estado que ha sido uno de sus principales protagonistas a través del uso de métodos terroristas.
Muchos de nosotros luchamos contra el fujimorismo porque queremos vivir en un país donde quepamos todos, en el que sea posible alzar nuestra voz y autodeterminarnos. Sabemos que hoy en el Perú hay un fortalecimiento de la cultura conservadora y del proyecto neoliberal, que las oligarquías vuelven. Sin embargo, también se abren las posibilidades para cambiar el rumbo histórico del país, y en este cambio deben ser protagonistas, y de hecho ya lo están siendo, las grandes mayorías.
Pido a mis amigos, a los que tengan a bien hacerlo, difundir esta comunicación. No podemos permitir que la prensa basura siga haciendo lo que le da la gana, ni permitir que las pocas libertades que nos quedan en el reino del libre mercado, nos sean fácilmente arrancadas.
Alvaro Campana Ocampo
Arriba, pensar el blanco. la geografía y el calendario de la teoría
I.- ARRIBA, PENSAR EL BLANCO.
LA GEOGRAFÍA Y EL CALENDARIO DE LA TEORÍA.
Sub comandante Marcos
“El problema con la realidad, es que no sabe nada de
teoría”
Don Durito de La Lacandona.
Elías Contreras, Comisión de Investigación del EZLN,
decía que la lucha, la nuestra al menos, podía ser
explicada como una lucha de geografías y calendarios.
Ignoro si este compañero, uno más de los muertos que
de por sí somos, imaginó siquiera que sus teorías
(”sus pensamientos”, decía él) serían presentadas al
lado de tantas luces intelectuales como las que ahora
confluyen en el suroriental estado mexicano de
Chiapas. Tampoco sé si hubiera autorizado que yo, un
subcomandante cualquiera, tomara algunos de esos
pensamientos y los expusiera públicamente.
Pero, tomando en cuenta la evidencia de nuestro bajo
“rating” mediático y teórico, creo que puedo
permitirme el tratar de exponer las bases rudimentales
de esta teoría, tan otra que es práctica.
No voy a aburrirlos contándoles el embrollo
sentimental de Elías Contreras que, como todos y todas
las zapatistas, eligió amar con desafío. Como si el
puente afectivo que se tiende hacia la otra, el otro o
lo otro no fuera ya de por sí complejo y complicado,
Elías Contreras todavía le agregó las distancias y
muros que separan los calendarios y las geografías,
además del conocimiento, es decir el respeto, de la
existencia de lo otro. Como si de esa forma él (y con
él, lo colectivo que somos) decidiera hacer todo lo
posible para que un acto tan antiguo, común y
cotidiano como la existencia del ser humano, se
convirtiera en algo extraordinario, terrible,
maravilloso.
En cambio, en lugar de contarles del complicado e
inquebrantable puente del amor de Elías Contreras por
la Magdalena (que no era ni hombre ni mujer, lo que ya
de por sí es un desafío a la lucha de género), pensé
entonces en traerles algo de la música que se toca en
las comunidades zapatistas. Por ejemplo, apenas anoche
escuché una música que el “maistro de la ceremoña”
tipificó como ritmo “corrido-cumbia-ranchera-norteña”.
¿Qué tal? Ritmo corrido-cumbia-ranchera-norteña… si
eso no es un desafío teórico, entonces no sé que lo
sea. Y no me pregunten cómo se toca o se baila eso,
porque yo no toco ni la puerta y, además, a mi
avanzada edad, en el baile tengo la gracia de un
elefante con la uña enterrada.
Hace más de dos años, en estas montañas del sureste
mexicano, en ocasión de las reuniones preparatorias de
lo que después se llamaría “La Otra Campaña”, una
mujer joven dijo, palabras más, palabras menos, “si tu
revolución no sabe bailar, no me invites a tu
revolución”. Tiempo después, pero entonces en las
montañas del noroeste de México, volví a escuchar esas
mismas palabras de la boca de un jefe indígena que se
esfuerza por mantener vivos los bailes y la cultura
toda de nuestros ancestros.
Al escuchar a la una y al otro, en tiempos distintos,
yo volteé a mirar a una de las comandantas y le dije:
“Ahí le hablan jovena”. La Comandanta no dejó de mirar
hacia la concurrencia, pero en voz baja dijo: “Urrr
Sup… Uta magre, viera que me dan pista y hasta les
dejo planito el suelo”.
Yo no les voy a estar mentirando. La verdad es que
pensé que podría traerles algunas historias de Sombra
el guerrero, de Elías Contreras y la Magdalena, de las
mujeres zapatistas, de las niñas y niños que crecen en
una realidad diferente (ojo: no mejor, no peor, sólo
diferente) a la de sus padres, marcada por otra
resistencia, y hasta les contaría un cuento de la niña
llamada “Diciembre” que, como su nombre lo indica,
nació en Noviembre. Y pensé también ponerles algunas
músicas (sin agraviar a las presentes), pero es de
todos conocida la seriedad con la que los zapatistas
abordamos los temas teóricos, así que sólo diré que
habría que encontrar alguna forma de ligar la teoría
con el amor, la música y el baile. Tal vez igual la
teoría no alcanzaría a explicar nada que valiera la
pena, pero sería más humana, porque la seriedad y el
acartonamiento no garantizan el rigor científico.
Pero, bueno, ya me estoy yendo de nuevo por otro lado.
Les decía yo que Elías Contreras, Comisión de
Investigación del EZLN, decía a su vez que nuestra
lucha podía ser entendida y explicada como una lucha
de geografías y calendarios.
En nuestra participación como “teloneros” de los
pensamientos que en estos días se congregan en este
lugar y en estas fechas, serán la geografía y el
calendario… más bien, la larga trenza que entre ambos
se anuda abajo, uno de los referentes de nuestra
palabra.
Dicen nuestros más mayores que los dioses más
primeros, los que nacieron el mundo, fueron siete; que
siete son los colores: el blanco, el amarillo, el
rojo, el verde, el azul, el café y el negro; que son
siete los puntos cardinales: el arriba y el abajo, el
delante y el detrás, el uno y el otro lado, y el
centro; y que siete son también los sentidos: oler,
gustar, tocar, ver, oír, pensar y sentir.
Siete serán entonces los hilos de esta larga trenza,
siempre inconclusa, del pensamiento zapatista.
Hablemos, pues, de La Geografía y el Calendario de la
Teoría. Para esto pensemos el color blanco allá
arriba.
***
No tenemos el dato exacto, pero en el complejo
calendario del pensamiento teórico de arriba, de sus
ciencias, técnicas y herramientas, así como de sus
análisis de las realidades, hubo un momento en que las
pautas se marcaban desde un centro geográfico y de ahí
se iban extendiendo hacia la periferia, como una
piedra arrojada en el centro de un estanque.
La piedra conceptual tocaba la superficie de la teoría
y se producía una serie de ondas que afectaban y
modificaban los distintos quehaceres científicos y
técnicos adyacentes. La consistencia del pensamiento
analítico y reflexivo hacía, y hace, que esas ondas se
mantengan definidas… hasta que una nueva piedra
conceptual cae y una nueva serie de ondas cambia la
producción teórica. La misma densidad de la producción
teórica tal vez podría explicar el por qué las ondas,
las más de las veces, no alcanzan a llegar a la
orilla, es decir, a la realidad.
“Paradigmas científicos” han llamado algunos a estos
conceptos capaces de modificar, renovar y revolucionar
el pensamiento teórico.
En esta concepción del quehacer teórico, en esta
meta-teoría, se insiste no sólo en la irrelevancia de
la realidad, también y sobre todo se alardea que se ha
prescindido completamente de ella, en un esfuerzo de
aislamiento e higiene que, dicen, merece ser
aplaudido.
La imagen del laboratorio aséptico no sólo se limitó a
las llamadas “ciencias naturales” o a las “ciencias
exactas”, no. En los últimos saltos del sistema
mundial capitalista, esta obsesión por la higiene
anti-realidad alcanzó a las llamadas “ciencias
sociales”. En la comunidad científica mundial empezó
entonces a cobrar fuerza la tesis de “si la realidad
no se comporta como indica la teoría, peor para la
realidad”.
Pero volvamos al plácido estanque de la producción
teórica y a la piedra que ha alterado su forma y
contenido.
El reconocimiento de esta aparente fragilidad del
andamiaje conceptual científico significó aceptar que
la producción teórica se renovaba continuamente,
incluso dentro de su pretendido aislamiento de la
realidad. El laboratorio (término ahora muy usado por
los llamados científicos sociales para referirse a las
luchas dentro de las sociedades) no podría nunca
reunir las condiciones ideales, por más aséptico y
esterilizado que estuviera, para garantizar la
perpetuidad que toda ley científica reclama. Y es que
resulta que en su mismo quehacer, irrumpen una y otra
vez nuevos conceptos.
En estas concepciones, la idea (el concepto, en este
caso) precede a la materia y se adjudica así a la
ciencia y la tecnología la responsabilidad de las
grandes transformaciones de la humanidad. Y la idea
tiene, según el caso, un productor o un enunciante: el
individuo, el científico en este caso.
Desde la ociosa reflexión de Descartes, la teoría de
arriba insiste en la primacía de la idea sobre la
materia. El “pienso, luego existo” definía también un
centro, el YO individual, y a lo otro como una
periferia que se veía afectada o no por la percepción
de ese YO: afecto, odio, miedo, simpatía, atracción,
repulsión. Lo que estaba fuera del alcance de la
percepción del YO era, es, inexistente.
Así, el nacimiento de este crimen mundial llamado
capitalismo es producto de la máquina de vapor y no
del despojo. Y la etapa capitalista de la
globalización neoliberal arranca con la aparición de
la informática, el internet, el teléfono celular, el
mall, la sopa instantánea, el fast food; y no con el
inicio de una nueva guerra de conquista en todo el
planeta, la IV Guerra Mundial.
En el campo de la tecnología se repite el mismo
patrón. Y se agrega que, como el concepto científico,
la técnica nace “inocente”, “libre de toda culpa”,
“inspirada en el bien de la humanidad”. Einstein no es
responsable de la bomba atómica, ni el señor Graham
Bell lo es de los fraudes vía celular del hombre más
rico del mundo, Carlos Slim. El coronel Sanders no es
responsable de las indigestiones provocadas por el
Kentucky Fried Chiken, ni el señor MacDonald de las
hamburguesas de plástico reciclado.
Esto, que algunos desarrollaron más y definieron como
“objetividad científica”, creó la imagen del
científico que permea todavía el imaginario popular:
un hombre o una mujer despeinados, con lentes, bata
blanca, con desaliño corporal y espacial, embebidos
frente a probetas y matraces burbujeantes.
El autodenominado “científico social” “compró” esa
misma imagen, con algunos cambios: en lugar de
laboratorio, un cubículo; en lugar de matraces y
probetas, libros y cuadernos; en lugar de blanca, una
bata de color oscuro; el mismo desaliño; pero agregaba
tabaco, café, brandy o cogñac (también en la ciencia
hay niveles, mi buen) y música de fondo, que eran
impensables en un laboratorio.
Sin embargo, unos y otros, enfrascados como estaban en
su objetividad y asepsia, no advirtieron la aparición
y crecimiento de los “comisarios de la ciencia”, es
decir, de los filósofos. Estos “jueces” del
conocimiento, tan objetivos y neutrales como sus
vigilados, expropiaron el criterio de cientificidad.
Como la realidad no era el referente para determinar
la verdad o falsedad de una teoría, entonces la
filosofía pasó a cumplir ese papel. Apareció así la
“filosofía de la ciencia”, es decir, la teoría de la
teoría, la meta-teoría.
Pero la llamada “ciencia social”, la hija bastarda del
conocimiento, encontró a los filósofos con sobrecarga
de trabajo o con exigencias difíciles de cumplir (del
tipo “Si A es igual a B y B es igual a C, entonces A
es igual a C”), así que cada vez más debe padecer a
los intelectuales de la academia como censores y
comisarios.
…
Mmh… creo que con lo anterior ya demostré que puedo
ser tan oscuro e incomprensible como cualquier teórico
que se respete, pero estoy seguro de que hay una forma
más sencilla de seguir con esto.
Así que ahí les voy, nomás háganse a un ladito, no los
vaya yo a salpicar.
En resumen, a consecuencia de este calendario y esta
geografía, resulta que allá arriba la producción
teórica no es más que una moda que se piensa, ve,
huele, gusta, toca, escucha y siente en los espacios
de la academia, los laboratorios y los institutos
especializados.
O sea que la teoría es una moda que tiene en las tesis
(de posgrado, mi buen, también en la academia hay
niveles), las conferencias, las revistas
especializadas y los libros, los sustitutos de las
revistas de moda. Los coloquios suplen el lugar de las
exhibiciones de modas, y ahí los ponentes hacen lo
mismo que las modelos en la pasarela, es decir,
exhiben su anorexia, en este caso, su delgadez
intelectual.
Tomad cada momento del surgimiento de uno de esos
paradigmas y encontrareis un centro intelectual que se
disputa la primicia. Las universidades europeas y los
institutos tecnológicos de Norteamérica repiten el
listado de la moda: París, Roma, Londres, Nueva York
(lo lamento si rompo alguna ilusión, pero no aparecen
el Tec de Monterrey, ni la Ibero, ni la UDLA).
Con esto quiero decir que el mundo científico
construyó una torre de cristal (pero plomado), con sus
propias leyes y adornado con los vitrales
churriguerescos que elaboran los intelectuales ad hoc.
A ese mundo, a esa torre y sus pent-houses, no podrá
acceder la realidad hasta que acredite estudios de
posgrado y un currículum, presten atención, tan
abultado como la billetera.
Así se nos presenta al común de la gente, y así se
representa a sí misma la comunidad científica.
Pero una mirada atenta y crítica, una de ésas que
tanto escasean ahora, permitiría ver lo que en
realidad ocurre.
Si el nuevo paradigma es el mercado y la imagen
idílica de la modernidad es el mall o el centro
comercial, imaginemos entonces una sucesión de
estantes llenos de ideas, o mejor aún, una tienda
departamental con teorías para cada ocasión. No
costará trabajo entonces imaginar al gran capitalista
o al gobernante en turno recorriendo los pasillos,
sopesando precios y calidades de los distintos
pensamientos, y adquiriendo aquellos que se adapten
mejor a sus necesidades.
Allá arriba, toda teoría que se respete debe cumplir
una doble función: por un lado: desplazar la
responsabilidad de un hecho con una argumentación, que
no por elaborada es menos ridícula; y, por el otro,
ocultar la realidad (es decir, garantizar la
impunidad).
En la explicación de la desgracia aparecen ejemplos:
El señor Calderón (todavía algunos desubicados lo
consideran el presidente de México), disfrazado como
militar, encuentra en la teoría lunática la
explicación de las catástrofes que asolaron Tabasco y
Chiapas (como antes a Sonora y Sinaloa) y ordena a sus
tropas que le consigan la capacidad de convencimiento
que no ha podido construir sobre ese castillo de
naipes trucados que fue la elección presidencial del
2006. Su fracaso, tan poco informado en los medios,
era previsible: consigue más el Teletón que el Estado
Mayor presidencial. Desplazando la responsabilidad a
la luna (quien, dicho sea de paso, es rencorosa, como
lo contará la leyenda del origen de Sombra, el
guerrero –pero eso será, si es que es, otro día-),
Calderón oculta su responsabilidad y la de quienes lo
antecedieron. Resultado: se crea una comisión para
investigar… astronomía, y darle así, además del pobre
de las armas, algún sustento legítimo a este émulo de
Huerta y amante, según confesión propia, de los juegos
cibernéticos militares. Seguramente, si la luna se
niega a aceptar su culpabilidad, el titular del IV
Reich le dirá, con la mirada dura y decidida: “¡bájate
o mando por ti!”.
El señor Héctor Aguilar Camín, el prototipo del
intelectual no de arriba (él que más quisiera) sino
arribista, reescribe el “Libro Blanco” con que la PGR
zedillista quiso explicar, sin éxito alguno, la
matanza de Acteal (que este 22 de diciembre cumple 10
años sin verdad ni justicia). Fiel al patrón en turno,
Aguilar Camín busca, inútilmente, desviar la
indignación que de nuevo se levanta, ocultando un
crimen de Estado y desplazando la responsabilidad se
los asesinatos… a los muertos.
Felipe Calderón y Héctor Aguilar Camín, uno vestido
cómicamente de militar y otro patéticamente disfrazado
de intelectual. El primero maldiciendo a quien le
recomendó comprar la teoría de la luna, y el segundo
recorriendo oficinas gubernamentales y cuarteles
militares ofreciendo en venta su inútil detergente
para limpiar las manchas de sangre.
Es ésta, la teoría blanca e impoluta de arriba, la que
domina en el decadente mundo científico. Frente a cada
uno de sus estallidos teóricos, también llamados
pomposamente “revoluciones científicas”, el
pensamiento progresista en general se ha visto
obligado a remar a contracorriente. Con el par de
remos de la crítica y la honestidad, los pensadores (o
teóricos, aunque es común usar este término como
descalificativo) de izquierda deben cuestionar el alud
de evidencias que, con el disfraz de la cientificidad,
sepultan la realidad.
El referente de este quehacer crítico es la ciencia
social. Pero si ésta se limita a expresar deseos,
juicios, condenas y recetas (como ahora hacen algunos
teóricos de la izquierda en México), en lugar de
tratar de entender para tratar de explicar, su
producción teórica no sólo resulta incapaz, sino, las
más de la veces, patética.
Es entonces cuando la distancia entre teoría y
realidad no sólo se convierte en un abismo, también
presenta el triste espectáculo de autodenominados
científicos sociales arrojándose con singular alegría
al vacío conceptual.
Tal vez alguno, alguna, de quienes nos escuchan o
leen, conozcan esos comerciales que anuncian productos
para adelgazar sin hacer ejercicio y atascándose de
garnachas y comida rica en “hidrocarburos”. Sé que es
poco probable que alguien de aquí sepa de ello, pues
estoy seguro de que se encuentran inmersos en
cuestiones realmente importantes de la teoría, así que
permitan que les dé un ejemplo: hay un anuncio de una
galleta que si se come, a ellas les puede dar la
figura de Angelina Jolie (suspiro), y ellos pueden
llegar a tener el cuerpo atlético del SupMarcos
(¡arrrrrroz con leche!)… ¡un momento! ¿yo escribí eso
que acabo de decir? Mmh… no, no lo creo, mi modestia
es legendaria, así que borren esa parte de sus
apuntes. ¿En qué estaba? ¡Ah sí!, en la galleta que
les dará una figura espectacular y eso sin hacer más
ejercicio que el de llevar el producto a la boca y
masticarlo.
De la misma forma, en los últimos años ha cobrado
fuerza, en el medio intelectual progresista de México,
la idea de que se puede transformar las relaciones
sociales sin luchar y sin tocar los privilegios de que
disfrutan los poderosos. Sólo es necesario tachar una
boleta electoral y ¡zaz!, el país se transforma,
proliferan las pistas de hielo y las playas
artificiales, las carreras de autos en Reforma, los
periféricos con segundo piso incluido y las
construcciones del bicentenario (¿ha notado usted que
no se habla del centenario?). Vaya, ni siquiera es
necesario vigilar la elección para que no se convierta
en un fraude y en una película documentándola.
La sumisión con que esto fue adquirido, digerido y
difundido por buena parte de la intelectualidad
progresista de México no debiera extrañar, sobre todo
si se toma en cuenta que lo otro, pensar, analizar,
debatir y criticar, cuesta más, es decir, es más caro.
Lo que sorprende es la virulencia y ruindad con la que
atacaron y atacan a quien no se traga esa galleta
dietética, perdón, esa rueda de molino.
Les doy otro ejemplo:
En la Ciudad de México se ha realizado un despojo
impecable y ha obtenido el apoyo y/o el silencio
cómplice de esa intelectualidad.
Un gobierno de “izquierda moderna” ha conseguido lo
que la derecha no había podido: despojar a la ciudad y
al país del Zócalo.
Sin necesidad de leyes reguladoras de marchas y
mítines, sin necesidad de las firmas que los panistas
hubieron de falsificar, el gobierno de Marcelo Ebrard
toma el Zócalo, lo entrega a empresas comerciales (por
ahí leímos que era de alabar que no le hubiera costado
nada al gobierno del DF y que todo hubiera sido
costeado por empresas privadas que, por cierto,
incluyen a una de las televisoras “vetadas” por el
lopezobradorismo), se construye una pista de hielo y
¡zaz!, cuando menos durante dos meses, nada de mítines
o manifestaciones en esa plaza que el movimiento
estudiantil de 1968 arrancó a las celebraciones
oficiales.
No más CND-lópezobradorista, no más invasiones de
turbas a la catedral, nada de gritos que no sean los
de quienes se caen, nada de mítines ni marchas, no más
gritos, pancartas, indignación.
Para los 10 meses restantes del año, el “izquierdoso”
Ebrard ya tiene pensados nuevos proyectos que hagan
sentir a los capitalinos que están en alguna otra
metrópoli muy “chic”.
Hace apenas unos días, el llamado FNCR descubrió que
la marcha que había convocado para el Zócalo no podría
realizarse porque la pista de hielo lo ocupaba.
No protestaron contra ese despojo, simplemente
cambiaron de lugar. Después de todo, no había por qué
interferir en el espíritu neoyorkino que ahora se
respira en el DF… ni en las ventas de patines de hielo
en los grandes centros comerciales.
No sólo no se impidió el despojo, no sólo no se
criticó, además se aplaudió y celebró con fotos a
color en primera plana, crónicas y entrevistas, este
evento “histórico” que le ahorró a los defeños las
largas colas para obtener la visa norteamericana, y el
costo del transporte y el hospedaje en la Nueva York
de las películas que ven Marcelo Ebrard y su aspirante
a Cristina Kirchner autóctona.
Si esto recuerda el método de “pan y circo” tan caro a
los gobiernos priístas, se olvida que sigue faltando
el alimento, porque el único PAN que hay es el partido
que ahora se amarra a la caída de Calderón Hinojosa,
con el que toda la clase política se relaciona en
privado y se deslinda en público.
Todo eso se pasa y se celebra porque el señor Ebrard
no se ha tomado (todavía) la foto con Felipe Calderón
y porque dice que es de izquierda… aunque gobierne
como de derecha, con desalojos y despojos disfrazados
de espectáculo y orden.
¿Y estos intelectuales de izquierda?
Bueno, pues aplausos para el desalojo de los barrios
(con acusaciones de narcotráfico que nunca fueron
probadas), más aplausos para el desalojo del comercio
ambulante en el centro histórico (para acabar de
entregarlo a la iniciativa privada), más aplausos a
las edecanes en la carrera de autos en la avenida
Reforma…
/¡Qué cambio, mi buen!, de las carpas “all included”
del plantón contra el fraude, al glamur de la
velocidad en un deporte tan de masas, tan popular y
tan sin patrocinio como es el de las carreras de
autos; del “grito de los libres” contra el espurio, a
aspirar a ser subsede de la olimpiada de invierno;
¡no, mi buen! ¡no importa si eso no es de izquierda,
pero de que apantalla, apantalla!; mire, estos patines
los tengo en varias combinaciones: tricolores para los
nostálgicos, azules para los persignados, y amarillo
con negro para los ingenuos; hay también con los
colores de la chiquillada, digo, de lo perdido lo que
aparezca, ¿no cree? Ahora que, eso sí, el patinaje
sobre hielo es para gente esbelta, así que le incluyo
estas galletas que lo dejan más delgado que con un
apretujón en el metro en hora pico. ¿Qué? ¿Es usted
skater@? ¿No le digo? Por eso este país no progresa,
donde quiera abunda la gente sucia, fea, mala y, para
acabarla de amolar, naca. Órale, siquiera deme lo del
fondo de desempleo y no le digo a nadie… /
Frente al desalojo de familias en el barrio bravo de
Tepito, el silencio o el razonamiento frívolo y
servil: “se está combatiendo a la delincuencia”,
señaló un intelectual y fallido suspirante a la
rectoría de la UNAM, y una foto en primera plana
mostraba a una niña sentada sobre los pocos muebles
que su familia rescató de uno de los desalojos. La
filosofía Rudolph Giulianni, importada de Nueva York
(como la pista de hielo) por López Obrador con la
coartada de “primero los pobres”, ahora hecha
argumentación intelectual: esa niña era una
narcotraficante en potencia… ahora es… nadie.
Ya no se quiere ocultar que la llamada izquierda
institucional no es de izquierda, ahora se presenta
como una virtud, de la misma forma que se anuncia un
café descafeinado con la virtud de que no desvela y no
sabe a café.
Es esta izquierda a la que algunos intelectuales
progresistas (lo que sea de cada quien, los hombres
son ahí la mayoría) presentan como el único referente
aceptable, maduro, responsable, deseable y posible
para la transformación social.
Sin embargo, y afortunadamente, no todo el pensamiento
progresista es “bien portado”.
Algunos hombres y mujeres han hecho del pensamiento
analítico y reflexivo, palabra incómoda y a
contrapelo. En estos días podremos escuchar a algunas
de estas pensadoras y pensadores. No están todos los
que son, ni son todos los que están, pero el saber de
su navegar río arriba en el cauce del conocimiento, es
un alivio para quienes a veces imaginamos que no
estamos solos.
Por eso saludo en esta primera ronda a Immanuel
Wallerstein y a Carlos Aguirre Rojas.
Reflexionando sobre algo del trabajo teórico de ellos,
presentamos…
ALGUNAS TESIS SOBRE LA LUCHA ANTISISTÉMICA.
UNO.- No se puede entender y explicar el sistema
capitalista sin el concepto de guerra. Su
supervivencia y su crecimiento dependen
primordialmente de la guerra y de todo lo que a ella
se asocia e implica. Por medio de ella y en ella, el
capitalismo despoja, explota, reprime y discrimina. En
la etapa de globalización neoliberal, el capitalismo
hace la guerra a la humanidad entera.
DOS.- Para aumentar sus ganancias, los capitalistas no
sólo recurren a la reducción de costos de producción o
al aumento de precios de venta de las mercancías. Esto
es cierto, pero incompleto. Hay cuando menos tres
formas más: una es el aumento de la productividad;
otra es la producción de nuevas mercancías; una más es
la apertura de nuevos mercados.
TRES.- La producción de nuevas mercancías y la
apertura de nuevos mercados se consiguen ahora con la
conquista y reconquista de territorios y espacios
sociales que antes no tenían interés para el capital.
Conocimientos ancestrales y códigos genéticos, además
de recursos naturales como el agua, los bosques y el
aire son ahora mercancías con mercados abiertos o por
crear. Quienes se encuentra en los espacios y
territorios con estas y otras mercancías, son,
quiéranlo o no, enemigos del capital.
CUATRO.- El Capitalismo no tiene como destino
inevitable su autodestrucción, a menos que incluya al
mundo entero. Las versiones apocalípticas sobre que el
sistema colapsará por sí mismo son erróneas. Como
indígenas llevamos varios siglos escuchando profecías
en ese sentido.
CINCO.- La destrucción del sistema capitalista sólo se
realizará si uno o muchos movimientos lo enfrentan y
derrotan en su núcleo central, es decir, en la
propiedad privada de los medios de producción y de
cambio
SEIS.- Las transformaciones reales de una sociedad, es
decir, de las relaciones sociales en un momento
histórico, como bien lo señala Wallerstein en algunos
de sus textos, son las que van dirigidas contra el
sistema en su conjunto. Actualmente no son posibles
los parches o las reformas. En cambio son posibles y
necesarios los movimientos antisistémicos.
SIETE.- Las grandes transformaciones no empiezan
arriba ni con hechos monumentales y épicos, sino con
movimientos pequeños en su forma y que aparecen como
irrelevantes para el político y el analista de arriba.
La historia no se transforma a partir de plazas llenas
o muchedumbres indignadas sino, como lo señala Carlos
Aguirre Rojas, a partir de la conciencia organizada de
grupos y colectivos que se conocen y reconocen
mutuamente, abajo y a la izquierda, y construyen otra
política.
Habría, creemos nosotros, nosotras, que desalambrar la
teoría, y hacerlo con la práctica. Pero eso tal vez lo
pueda explicar mejor Do Daniel Viglietti esta noche,
cuando asuma la parte de culpa que tiene de que yo
esté detrás de este pasamontañas, en lugar de estar
detrás de una guitarra intentando el ritmo
corrido-cumbi-ranchera-norteña.
Así las cosas, creo que siempre sí. Daniel Viglietti
cantará esta noche, así que habrá música y baile.
Tal vez lleguen también, en estos días, Elías
Contreras, la Magdalena, Sombra, Diciembre y las
mujeres zapatistas.
Y tal vez Andrés Aubry sonría viendo y escuchando
todo, contento de no estar en esta mesa donde nunca
acababa de decir lo que tenía que decirnos, porque se
le iba la vida agradeciendo e, invariablemente, a
mitad de su ponencia le pasaban el papelito de
“tiempo”.
Así que, antes de que me lo pasen a mí, gracias, nos
vemos en la tarde.
Subcomandante Insurgente Marcos.
San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México.
Feminismos en San Marcos: Hablando de saberes impertinentes
FEMINISMOS EN SAN MARCOS: HABLANDO DE SABERES IMPERTINENTES
A propósito del diálogo entre Sonia Álvarez y Rocío Silva-Santisteban
Alvaro Campana Ocampo
A propósito de la llegada de Sonia Álvarez, intelectual y activista feminista, estudiosa de los movimientos sociales latinoamericanos de la Universidad de Massachussets, el Programa Democracia y Transformación Global realizó desde su Proyecto Género y Poder junto a otras organizaciones Las Jornadas Feministas con Sonia Álvarez. Junto con la Cátedra desarrollamos una de las Jornadas en la Facultad de Ciencias Sociales en un intercambio que de ser planteado a dos voces con Rocío Silva Santisteban, derivó en un diálogo de los diversos colectivos feministas, de docentes y estudiantes preocupadas y preocupados por el tema. Aquí algunas ideas surgidas de esta reunión realizada el 20 de noviembre.
Una constatación inicial: la similitud entre la situación de los “estudios de género” en la Universidad de San Marcos y en la Universidad Católica. En ambas casos con una leve inserción y tradición y en un proceso de repliegue debido a la hegemonía de orientaciones conservadoras con diferente signo: en San Marcos convertida en estudios ligados a las “políticas de infancia” por una gestión que se autodenomina de posición crítica y de izquierda. En la Católica ante el avance del Opus Dei, su minimización para no provocar a este sector conservador.
La llamada perspectiva de género, una edulcorada versión del feminismo académico y político, de hecho causa escozor a pesar de su despolitizada presencia. Hablemos en particular del caso sanmarquino. Como bien afirma Sonia Álvarez, la perspectiva de género ha implicado una utilización de las reivindicaciones feministas para orientarlas de manera perversa a paliar los efectos de las reformas estructurales neoliberales, así como reforzar el rol subordinado de las mujeres articulándolas sin embargo a las dinámicas de acumulación capitalista, a través de capacitaciones para el empleo, políticas “familistas” en las que se reproduce su subordinación y dependencia al esposo, etc.
Sin embargo, esta crítica surgida del propio feminismo militante no es el punto de partido del escozor aludido: lo es una cultura política que tras su apariencia de izquierda y en nombre de la prioridad de la “lucha de clases”, es bastante conservadora, no asume el carácter patriarcal del capitalismo, naturalizando la idea burguesa de familia y el sometimiento de las mujeres, a ser superado en un futuro próximo (tras el triunfo de la revolución). Mientras, a la imagen y semejanza de los gobiernos ultraliberales, la Maestría de Género” en San Marcos, es transformada en “Género y Políticas de Infancia”.
Esta “izquierda” no parece haber entendido que las sociedades tienen un carácter histórico al igual que sus instituciones, y que hay otras formas de opresión que se naturalizan bajo la lógica del modo de organización social predominante. Las identidades de género, al igual que las identidades culturales, fueron construidas históricamente para naturalizar el dominio de “varones” sobre “mujeres”, de una cultura sobre las otras, sobre la base de instituciones como la actual forma predominante de familia. La dominación construida sobre esta naturalización de las identidades de género y los roles atribuidos a las mismas fueron siempre funcionalizados a las características de la sociedad capitalista y a todas las formas de dominación que articula.
¿A qué se debe esta ceguera y conservadurismo de “izquierda”? Podemos ensayar diversas explicaciones pero no hay el espacio suficiente y en todo caso es un tema sobre el cuál debemos seguir discutiendo. Una interpretación clásica nos servirá para esta discusión: la tradición eurocéntrica, ortodoxa y autoritaria de nuestra izquierda, de matriz estalinista, muy lejana por supuesto de la tradición mariateguiana, abierta a las teorías diversas para el enriquecimiento de la teoría revolucionaria. De hecho, las teorías feministas en sus diversas variables, desde la epistemología pasando por la teoría, nos han dado herramientas potentes para desarrollar una crítica profunda a las relaciones de dominación de las que se ha alimentado también los trabajos de feministas marxistas.
Habiéndonos explicado aunque sea inicialmente la impertinencia de los saberes feministas, continuamos con lo discutido en la Jornada Feminista. Otro de los puntos que además atraviesa las discusiones, debates y proyectos dentro de los grupos feministas y la propia izquierda es: su relación con el conjunto de la sociedad, las apuestas autónomas y las políticas frente a los espacios institucionales. En este sentido se resaltó en primer lugar la necesidad de desarrollar una crítica de las relaciones entre saberes populares y saberes académicos. Esto a propósito del disciplinamiento de la academia y de las políticas de género diseñadas por expertas desde las instituciones nacionales o globales, al margen del movimiento de mujeres y, separado de las experiencias de las grandes mayorías.
Urge establecer nuevas formas de traducción y reconocimiento de los diversos saberes, de innovar en las tareas pedagógicas, de abrir la universidad realmente a los sectores populares, en especial a las organizaciones de mujeres. Esto nos lleva a la tarea de redefinir el papel de la intelectual militante, del activista formado en la universidad y comprometido con la lucha feminista y alterglobalizadora que a la vez va aportando a la transformación de la propia institución universitaria en pleno proceso de privatización.
Así, llegamos a otro punto de discusión: el de los activismos feministas en la universidad y su relación con la institucionalidad. Fueron determinadas condiciones institucionales las que permitieron por lo menos el desarrollo inicial de espacios académicos desde la perspectiva de género en San Marcos. Estas condiciones no son posibles si es que no se tienen apuestas a gestionar lo institucional. En este sentido, además de la formación y la investigación, del activismo, de la interrelación necesaria con las organizaciones sociales fuera de la universidad es pertinente pensar en ocupar los lugares de decisión.
El aporte de la política feminista para los proyectos emancipatorios es crucial, por ello no debe sorprendernos que sea impertinente, insumisa a los designios de una “izquierda” autoritaria y de los fundamentalismos religiosos.
A propósito del diálogo entre Sonia Álvarez y Rocío Silva-Santisteban
Alvaro Campana Ocampo
A propósito de la llegada de Sonia Álvarez, intelectual y activista feminista, estudiosa de los movimientos sociales latinoamericanos de la Universidad de Massachussets, el Programa Democracia y Transformación Global realizó desde su Proyecto Género y Poder junto a otras organizaciones Las Jornadas Feministas con Sonia Álvarez. Junto con la Cátedra desarrollamos una de las Jornadas en la Facultad de Ciencias Sociales en un intercambio que de ser planteado a dos voces con Rocío Silva Santisteban, derivó en un diálogo de los diversos colectivos feministas, de docentes y estudiantes preocupadas y preocupados por el tema. Aquí algunas ideas surgidas de esta reunión realizada el 20 de noviembre.
Una constatación inicial: la similitud entre la situación de los “estudios de género” en la Universidad de San Marcos y en la Universidad Católica. En ambas casos con una leve inserción y tradición y en un proceso de repliegue debido a la hegemonía de orientaciones conservadoras con diferente signo: en San Marcos convertida en estudios ligados a las “políticas de infancia” por una gestión que se autodenomina de posición crítica y de izquierda. En la Católica ante el avance del Opus Dei, su minimización para no provocar a este sector conservador.
La llamada perspectiva de género, una edulcorada versión del feminismo académico y político, de hecho causa escozor a pesar de su despolitizada presencia. Hablemos en particular del caso sanmarquino. Como bien afirma Sonia Álvarez, la perspectiva de género ha implicado una utilización de las reivindicaciones feministas para orientarlas de manera perversa a paliar los efectos de las reformas estructurales neoliberales, así como reforzar el rol subordinado de las mujeres articulándolas sin embargo a las dinámicas de acumulación capitalista, a través de capacitaciones para el empleo, políticas “familistas” en las que se reproduce su subordinación y dependencia al esposo, etc.
Sin embargo, esta crítica surgida del propio feminismo militante no es el punto de partido del escozor aludido: lo es una cultura política que tras su apariencia de izquierda y en nombre de la prioridad de la “lucha de clases”, es bastante conservadora, no asume el carácter patriarcal del capitalismo, naturalizando la idea burguesa de familia y el sometimiento de las mujeres, a ser superado en un futuro próximo (tras el triunfo de la revolución). Mientras, a la imagen y semejanza de los gobiernos ultraliberales, la Maestría de Género” en San Marcos, es transformada en “Género y Políticas de Infancia”.
Esta “izquierda” no parece haber entendido que las sociedades tienen un carácter histórico al igual que sus instituciones, y que hay otras formas de opresión que se naturalizan bajo la lógica del modo de organización social predominante. Las identidades de género, al igual que las identidades culturales, fueron construidas históricamente para naturalizar el dominio de “varones” sobre “mujeres”, de una cultura sobre las otras, sobre la base de instituciones como la actual forma predominante de familia. La dominación construida sobre esta naturalización de las identidades de género y los roles atribuidos a las mismas fueron siempre funcionalizados a las características de la sociedad capitalista y a todas las formas de dominación que articula.
¿A qué se debe esta ceguera y conservadurismo de “izquierda”? Podemos ensayar diversas explicaciones pero no hay el espacio suficiente y en todo caso es un tema sobre el cuál debemos seguir discutiendo. Una interpretación clásica nos servirá para esta discusión: la tradición eurocéntrica, ortodoxa y autoritaria de nuestra izquierda, de matriz estalinista, muy lejana por supuesto de la tradición mariateguiana, abierta a las teorías diversas para el enriquecimiento de la teoría revolucionaria. De hecho, las teorías feministas en sus diversas variables, desde la epistemología pasando por la teoría, nos han dado herramientas potentes para desarrollar una crítica profunda a las relaciones de dominación de las que se ha alimentado también los trabajos de feministas marxistas.
Habiéndonos explicado aunque sea inicialmente la impertinencia de los saberes feministas, continuamos con lo discutido en la Jornada Feminista. Otro de los puntos que además atraviesa las discusiones, debates y proyectos dentro de los grupos feministas y la propia izquierda es: su relación con el conjunto de la sociedad, las apuestas autónomas y las políticas frente a los espacios institucionales. En este sentido se resaltó en primer lugar la necesidad de desarrollar una crítica de las relaciones entre saberes populares y saberes académicos. Esto a propósito del disciplinamiento de la academia y de las políticas de género diseñadas por expertas desde las instituciones nacionales o globales, al margen del movimiento de mujeres y, separado de las experiencias de las grandes mayorías.
Urge establecer nuevas formas de traducción y reconocimiento de los diversos saberes, de innovar en las tareas pedagógicas, de abrir la universidad realmente a los sectores populares, en especial a las organizaciones de mujeres. Esto nos lleva a la tarea de redefinir el papel de la intelectual militante, del activista formado en la universidad y comprometido con la lucha feminista y alterglobalizadora que a la vez va aportando a la transformación de la propia institución universitaria en pleno proceso de privatización.
Así, llegamos a otro punto de discusión: el de los activismos feministas en la universidad y su relación con la institucionalidad. Fueron determinadas condiciones institucionales las que permitieron por lo menos el desarrollo inicial de espacios académicos desde la perspectiva de género en San Marcos. Estas condiciones no son posibles si es que no se tienen apuestas a gestionar lo institucional. En este sentido, además de la formación y la investigación, del activismo, de la interrelación necesaria con las organizaciones sociales fuera de la universidad es pertinente pensar en ocupar los lugares de decisión.
El aporte de la política feminista para los proyectos emancipatorios es crucial, por ello no debe sorprendernos que sea impertinente, insumisa a los designios de una “izquierda” autoritaria y de los fundamentalismos religiosos.
miércoles, 12 de diciembre de 2007
Perú, país de propietarios
Estampa peruana
Perú, país de propietarios
Vicente Romano
Rebelión
El fascismo español quiso liquidar las clases sociales mediante un decreto del general Franco por el que se declaraba que en España solo había productores. Se desterró así, manu militare, el término obrero del lenguaje de los medios de comunicación y de los libros.
El opusdeista y depresivo presidente Alan García proclama en tono solemne que quiere convertir el Perú en un “país de propietarios”. Y este adalid del libre mercado y del TLC con Usamérica, esto es del intercambio desigual con las grandes compañías yanquis, lleva camino de hacerlo realidad. Más del 70% del trabaja de Perú es informal, o sea no regulado, autónomo, como se suele decir en términos eufemísticos.
La ausencia de Estado, de asistencia social, de servicios públicos, de jornada laboral, de vacaciones, etc., lleva al pueblo peruano a desarrollar una asombrosa inventiva de supervivencia. La “sociedad libre de mercado” genera los oficios y autoempleos más inverosímiles. He aquí unos ejemplos.
Ante la desidia estatal y municipal para reparar las carreteras y calles surgen surge el tapabaches. Se trata de un muchacho que armado de una carretilla llena de tierra o escombros y una pala monta su negocio junto al socavón correspondiente. Lo tapa para que los vehículos no sufran y los conductores le agradecen el servicio depositando en su mano una moneda.
El datero es otro hombre joven, bien vestido, que se sitúa al borde de las aceras y en determinados trayectos de las calles por donde discurre el alocado tráfico de viajeros, los “colectivos”. Sus herramientas de trabajo son una libreta de apuntes y un lápiz. Su trabajo consiste en apuntar hora y minuto del paso de los distintos vehículos y comunicárselo al conductor correspondiente. Así sabe la hora precisa en que pasó el último y, en consecuencia, acelerar o reducir la marcha para mantener el ritmo. Dicen que las propinas que recibe le procuran un sueldo que muchos quisieran para sí.
El guachimán, castellanización del watchman (vigilante) anglosajón, es un hombre joven que establece su empresa privada en una sección de calle de los barrios de clase media y alta. Sus medios de producción los integran un uniforme con visos de policía o militar que se agencia en Gamarra, el gran almacén de ropa barata, una gorra, unos galones o estrellas que se reparte a discreción por chaqueta y pantalón. Se compra una cabina del material más barato posible para protegerse del sol o del frío, tan pequeña que, por lo general, ni siquiera puede sentarse. Desde la abertura que hace de ventanilla vigila las aceras, coches y puertas de las 8-10 casas de su “jurisdicción” y avisa a sus propietarios de cualquier incidente. Cada fin de semana pasa a cobrar la “voluntad” a los respectivos vecinos.
La infinidad de vendedores que pueblan calles y aceras de Lima encarna a la perfección esa sociedad de propietarios. Peruanos y peruanas de cualquier edad y mestizaje étnico ofrecen toda clase de productos y servicios: chicles, caramelos, pastelillos y bocaditos fabricados por ellos mismos, refrescos, niños haciendo piruetas en los escasos semáforos, y un largo etcétera. La obsesión por el negocio personal se manifiesta incluso en el recinto de la Universidad Mayor de San Marcos. Los espacios exteriores e interiores están ocupados por innumerables tenderetes y puestecillos donde se merca de todo. Principalmente de comida, libros de segunda mano y fotocopias de todos los textos que uno pueda imaginarse. Algunos muchachos, probablemente estudiantes, cocinan en diminutos hornillos el tradicional anticucho, un sabroso pincho elaborado con el corazón de las reses. Las vísceras que otrora despreciaran los esclavistas y patronos sirven ahora para sufragar estudios de los pobres.
El transporte público, esto es, los medios privados utilizados para el desplazamiento del público, reflejan a la perfección la lucha por la supervivencia, la competitividad por el cliente y el beneficio, eso que los economistas del libre mercado llaman competencia. En Lima, esta ley feroz de la selva, en este caso de asfalto, la ejemplifican los “colectivos”, en particular los “micros” o “combis” y los taxis. Los microbuses que se dedican al transporte urbano de pasajeros son unas furgonetas pequeñas con unas filas de asientos y una puerta de acceso lateral. Enganchado a ella va una especie de cazaviajeros, un joven que grita el trayecto a las personas que esperan en las aceras. A veces ocurre que engancha a algún indeciso que tiene otro destino. La agresividad por captar o raptar clientes no tiene límites.
Como no existen tarifas oficiales ni taxímetros, el importe de una carrera en taxi hay que regatearlo con el conductor antes de entrar en el taxi. De ahí que la ventanilla delantera vaya siempre abierta, haga frío o calor, llueva o haga viento, con la consiguiente incomodidad para el viajero. Existen taxis de todos los colores, tamaños y marcas: de 2, 4 y 5 puertas, blancos, amarillos, azules, rojos, marrones, con pintas, con distintivo y sin él, nuevos, viejos y viejísimos, de 4 o de tres ruedas. Estos últimos en los barrios periféricos pobres. Los hay con una pegatina que el conductor saca de la guantera y la coloca en el parabrisas cuando cree que puede captar un cliente entre los paseantes de las aceras. Están, por fin, los colectivos que van recogiendo la clientela que va en un trayecto determinado.
Con motivo del gran terremoto del 15 de agosto pasado, y ante la falta de Estado, de regulación, aumentó considerablemente la demanda de transporte a las zonas afectadas. Así que, de conformidad con la sacrosanta ley de la oferta y la demanda, los precios de los taxis, autobuses y hasta pelajes de las carreteras se duplicaron y triplicaron. Precisamente para los más necesitados, para los pobres que querían ir a comprobar si los suyos estaban vivos y los podían socorrer. Para que luego digan que el libre mercado no soluciona las necesidades humanas.
La ingeniosidad de la supervivencia ha llevado incluso a una especie de democratización de la banca. Los cambistas constituyen otra de las manifestaciones de este país de propietarios. Vestidos con sus cazadoras de aspecto militar en las que refulgen los símbolos y palabras del dólar y del euro, se colocan en las esquinas, aceras, puertas de los restaurantes y centros por donde pueden pasar turistas. Con una calculadora en una mano y un fajo de billetes en la otra abordan a los transeúntes ofreciendo sus servicios de “¡Cambio, cambio!”. Así se pasan horas y horas, por lo general en grupos de dos o tres, y a la vista cercana de la policía para mayor seguridad. Viven de ofrecer un par de céntimos más que los bancos. Pero este cambio también hay que regatearlo. Y uno no tiene por menos que extrañarse de que no los asalten y les arranquen los billetes de la mano.
La seguridad la garantiza una diversidad inabarcable de policías estatales, municipales, distritales y, sobre todo, privados. Con sus uniformes multicolores inundan las calles céntricas, las esquinas y puertas de bancos, colegios y tiendas. Predomina el verde olivo y los distintivos similares a los de la policía oficial. Es más, dado el bajo nivel de sus sueldos, muchos de los policías oficiales l complementan con servicios a la propiedad privada, sin dejar por eso sus uniformes ni armas en casa. Sí hay que guardar la libertad de mercado.
Pero esta proliferación de propietarios, de autoempleados, no puede ocultar las infinitas formas de mendicidad presentes por doquier. Las más llamativas, las de los indígenas, o mejor dicho las indígenas, pues son ellas las que desde las comunidades andinas bajan a las ciudades. Non piden directamente ni alargan su mano a los transeúntes. Ofrecen su maravillosa artesanía, con el consiguiente regateo. Vestidas con sus vistosas ropas tradicionales, algunas de ellas se dejan fotografiar con una cría de llama o un corderito en brazos a cambio de unas monedas. Este tipo de propietario florece en Cuzco, a causa del turismo. En una de sus plazas he podido ver al trabajador más joven que se pueda imaginar: un bebé de unos 8 meses.
La madre, vestida con la ropa tradicional de las indígenas andinas, se posiciona en una plaza de Cuzco por donde pasen turistas para dejarse hacer una foto típica por un pequeño óbolo. En sus brazos sujeta, arropado, un corderito de impecable blancura. A la espalda, el bebé trabajador, arrebozadito en la lliclla, la manta andina de colores. Fuera de ella asoma su cabecita, coronada por el multicolor gorrito indígena, y su manita derecha. Al entrar el transeúnte en su campo visual agita llama con su manita. Una vez en su cercanía, vuelve la mano para que deposite una moneda en la palma, sonríe agradecido y se la da a la madre. O sea, que este bebé sabe ya hacer algo, un trabajito, para contribuir a la economía doméstica.
Invasiones. Quienes se toman en serio la apropiación son los prófugos de la sierra, los pobres de las comunidades andinas que huyen de la explotación y de la violencia política. Los sin nada bajan a la costa a privatizar lo de todos. Se trata de los invasores. Llegan en grupos organizados, dirigidos por un señor que cobra por participar en estas comitivas de apropiación. Eligen una determinada porción de desierto y clavan una bandera peruana en la arena. Equipados con cinco esteras de totora o cañizo, de 2,5 por 2,5 metros, ocupan los arenales y dunas, carentes del menor rastro de vegetación, de las periferias de las ciudades costeras. Con estas cinco esteras, una para cada pared y otra para el techo, levantan su choza de 6,25 meteros cuadrados. En los primeros meses apenas se distinguen se distinguen de la arena por su color amarillento. Desde la carretera parecen plantaciones más o menos caprichosas de Asentamientos Humanos, pueblos jóvenes, barriadas, que se prolongan a lo largo de 70 kilómetros al sur de Lima, a ambos lados de la carretera panamericana. Los más previsores dejan ya, desde un principio, espacios para las futuras calles.
Guiados por la idea de que lo público es del populicus, del pueblo, invaden terrenos del Estado o que están en litigio. Mas, sabedores también, por experiencia propia, de que las fuerzas del Estado no están para defender sus intereses, sino para proteger los de unos pocos, planifican de antemano las periódicas luchas con la policía o el ejército. Para mayor seguridad se hacen acompañar de su abogado.
Una vez instalados eligen un comité encargado de organizar y dirigir las actividades. Luego clavan un gran poste con dos altavoces al lado de una de las chabolas en la que se instala el equipo de audio. A través de ellos se anuncian los acontecimientos que interesan a la incipiente comunidad: cuándo viene la poli, el cambio de guardia, día del mercadillo, etc.
Inmediatamente brota el primer “restaurante”, el que improvisa una señora avispada. Se construye un fogón con unas piedras y la poca leña que puede recoger de los vertederos más o menos lejanos. Su único plato, el popular ceviche elaborado con los pescados atrapados en el mar cercano. Al carecer de refrigeración, los altavoces empiezan por pregonar el precio. 1,50 soles la ración (unos 35 céntimos de euro). Al poco rato se reduce a 1 sol, y un poco más tarde a 0,80 soles. El sol amenaza con echar a perder la mercancía y hay que venderla lo antes posible.
Una vez instalada y reconocida la primera invasión, llega la segunda ola. Los nuevos invasores quieren hacer lo mismo, aunque ya tienen que establecer sus viviendas en peores sitios. Hay que acordarlos con los primeros.
Por término medio, estos poblados improvisados, tardan de 15 a 20 años en conseguir que las autoridades municipales y las compañías les lleven el agua y la electricidad. El alcantarillado puede durar más todavía.
Pero la lucha de estos asentamientos humanos no cesa. Hay que pelear con los tribunales de justicia, con las autoridades habidas y por haber. Al estar ubicados en zonas de riesgo, es necesario que se les socorra en necesidades tan perentorias como construir muros de contención que mitiguen los derrumbes ocasionados por los frecuentes desprendimientos y terremotos, y calles y escaleras de materia noble, esto es, sólida (ladrillo, piedra, cemento), que faciliten la movilidad y el acceso. Hay que obtener los documentos acreditativos de la propiedad del predio, una pelea jurídica con los dueños o el Estado que dura años y años. Y muchas cosas más. En la actualidad están organizados en una Federación de Organizaciones Vecinales de Lima y Callao. Algunos de estos asentamientos, como el de Villa El Salvador, con sus 460.000 habitantes, ha adquirido renombre internacional por su capacidad de lucha y autoorganización. Ha sido objeto de curiosidad científica para sociólogos y políticos. El mismo Papa Juan Pablo II se dignó visitarlo.
Perú, país de propietarios
Vicente Romano
Rebelión
El fascismo español quiso liquidar las clases sociales mediante un decreto del general Franco por el que se declaraba que en España solo había productores. Se desterró así, manu militare, el término obrero del lenguaje de los medios de comunicación y de los libros.
El opusdeista y depresivo presidente Alan García proclama en tono solemne que quiere convertir el Perú en un “país de propietarios”. Y este adalid del libre mercado y del TLC con Usamérica, esto es del intercambio desigual con las grandes compañías yanquis, lleva camino de hacerlo realidad. Más del 70% del trabaja de Perú es informal, o sea no regulado, autónomo, como se suele decir en términos eufemísticos.
La ausencia de Estado, de asistencia social, de servicios públicos, de jornada laboral, de vacaciones, etc., lleva al pueblo peruano a desarrollar una asombrosa inventiva de supervivencia. La “sociedad libre de mercado” genera los oficios y autoempleos más inverosímiles. He aquí unos ejemplos.
Ante la desidia estatal y municipal para reparar las carreteras y calles surgen surge el tapabaches. Se trata de un muchacho que armado de una carretilla llena de tierra o escombros y una pala monta su negocio junto al socavón correspondiente. Lo tapa para que los vehículos no sufran y los conductores le agradecen el servicio depositando en su mano una moneda.
El datero es otro hombre joven, bien vestido, que se sitúa al borde de las aceras y en determinados trayectos de las calles por donde discurre el alocado tráfico de viajeros, los “colectivos”. Sus herramientas de trabajo son una libreta de apuntes y un lápiz. Su trabajo consiste en apuntar hora y minuto del paso de los distintos vehículos y comunicárselo al conductor correspondiente. Así sabe la hora precisa en que pasó el último y, en consecuencia, acelerar o reducir la marcha para mantener el ritmo. Dicen que las propinas que recibe le procuran un sueldo que muchos quisieran para sí.
El guachimán, castellanización del watchman (vigilante) anglosajón, es un hombre joven que establece su empresa privada en una sección de calle de los barrios de clase media y alta. Sus medios de producción los integran un uniforme con visos de policía o militar que se agencia en Gamarra, el gran almacén de ropa barata, una gorra, unos galones o estrellas que se reparte a discreción por chaqueta y pantalón. Se compra una cabina del material más barato posible para protegerse del sol o del frío, tan pequeña que, por lo general, ni siquiera puede sentarse. Desde la abertura que hace de ventanilla vigila las aceras, coches y puertas de las 8-10 casas de su “jurisdicción” y avisa a sus propietarios de cualquier incidente. Cada fin de semana pasa a cobrar la “voluntad” a los respectivos vecinos.
La infinidad de vendedores que pueblan calles y aceras de Lima encarna a la perfección esa sociedad de propietarios. Peruanos y peruanas de cualquier edad y mestizaje étnico ofrecen toda clase de productos y servicios: chicles, caramelos, pastelillos y bocaditos fabricados por ellos mismos, refrescos, niños haciendo piruetas en los escasos semáforos, y un largo etcétera. La obsesión por el negocio personal se manifiesta incluso en el recinto de la Universidad Mayor de San Marcos. Los espacios exteriores e interiores están ocupados por innumerables tenderetes y puestecillos donde se merca de todo. Principalmente de comida, libros de segunda mano y fotocopias de todos los textos que uno pueda imaginarse. Algunos muchachos, probablemente estudiantes, cocinan en diminutos hornillos el tradicional anticucho, un sabroso pincho elaborado con el corazón de las reses. Las vísceras que otrora despreciaran los esclavistas y patronos sirven ahora para sufragar estudios de los pobres.
El transporte público, esto es, los medios privados utilizados para el desplazamiento del público, reflejan a la perfección la lucha por la supervivencia, la competitividad por el cliente y el beneficio, eso que los economistas del libre mercado llaman competencia. En Lima, esta ley feroz de la selva, en este caso de asfalto, la ejemplifican los “colectivos”, en particular los “micros” o “combis” y los taxis. Los microbuses que se dedican al transporte urbano de pasajeros son unas furgonetas pequeñas con unas filas de asientos y una puerta de acceso lateral. Enganchado a ella va una especie de cazaviajeros, un joven que grita el trayecto a las personas que esperan en las aceras. A veces ocurre que engancha a algún indeciso que tiene otro destino. La agresividad por captar o raptar clientes no tiene límites.
Como no existen tarifas oficiales ni taxímetros, el importe de una carrera en taxi hay que regatearlo con el conductor antes de entrar en el taxi. De ahí que la ventanilla delantera vaya siempre abierta, haga frío o calor, llueva o haga viento, con la consiguiente incomodidad para el viajero. Existen taxis de todos los colores, tamaños y marcas: de 2, 4 y 5 puertas, blancos, amarillos, azules, rojos, marrones, con pintas, con distintivo y sin él, nuevos, viejos y viejísimos, de 4 o de tres ruedas. Estos últimos en los barrios periféricos pobres. Los hay con una pegatina que el conductor saca de la guantera y la coloca en el parabrisas cuando cree que puede captar un cliente entre los paseantes de las aceras. Están, por fin, los colectivos que van recogiendo la clientela que va en un trayecto determinado.
Con motivo del gran terremoto del 15 de agosto pasado, y ante la falta de Estado, de regulación, aumentó considerablemente la demanda de transporte a las zonas afectadas. Así que, de conformidad con la sacrosanta ley de la oferta y la demanda, los precios de los taxis, autobuses y hasta pelajes de las carreteras se duplicaron y triplicaron. Precisamente para los más necesitados, para los pobres que querían ir a comprobar si los suyos estaban vivos y los podían socorrer. Para que luego digan que el libre mercado no soluciona las necesidades humanas.
La ingeniosidad de la supervivencia ha llevado incluso a una especie de democratización de la banca. Los cambistas constituyen otra de las manifestaciones de este país de propietarios. Vestidos con sus cazadoras de aspecto militar en las que refulgen los símbolos y palabras del dólar y del euro, se colocan en las esquinas, aceras, puertas de los restaurantes y centros por donde pueden pasar turistas. Con una calculadora en una mano y un fajo de billetes en la otra abordan a los transeúntes ofreciendo sus servicios de “¡Cambio, cambio!”. Así se pasan horas y horas, por lo general en grupos de dos o tres, y a la vista cercana de la policía para mayor seguridad. Viven de ofrecer un par de céntimos más que los bancos. Pero este cambio también hay que regatearlo. Y uno no tiene por menos que extrañarse de que no los asalten y les arranquen los billetes de la mano.
La seguridad la garantiza una diversidad inabarcable de policías estatales, municipales, distritales y, sobre todo, privados. Con sus uniformes multicolores inundan las calles céntricas, las esquinas y puertas de bancos, colegios y tiendas. Predomina el verde olivo y los distintivos similares a los de la policía oficial. Es más, dado el bajo nivel de sus sueldos, muchos de los policías oficiales l complementan con servicios a la propiedad privada, sin dejar por eso sus uniformes ni armas en casa. Sí hay que guardar la libertad de mercado.
Pero esta proliferación de propietarios, de autoempleados, no puede ocultar las infinitas formas de mendicidad presentes por doquier. Las más llamativas, las de los indígenas, o mejor dicho las indígenas, pues son ellas las que desde las comunidades andinas bajan a las ciudades. Non piden directamente ni alargan su mano a los transeúntes. Ofrecen su maravillosa artesanía, con el consiguiente regateo. Vestidas con sus vistosas ropas tradicionales, algunas de ellas se dejan fotografiar con una cría de llama o un corderito en brazos a cambio de unas monedas. Este tipo de propietario florece en Cuzco, a causa del turismo. En una de sus plazas he podido ver al trabajador más joven que se pueda imaginar: un bebé de unos 8 meses.
La madre, vestida con la ropa tradicional de las indígenas andinas, se posiciona en una plaza de Cuzco por donde pasen turistas para dejarse hacer una foto típica por un pequeño óbolo. En sus brazos sujeta, arropado, un corderito de impecable blancura. A la espalda, el bebé trabajador, arrebozadito en la lliclla, la manta andina de colores. Fuera de ella asoma su cabecita, coronada por el multicolor gorrito indígena, y su manita derecha. Al entrar el transeúnte en su campo visual agita llama con su manita. Una vez en su cercanía, vuelve la mano para que deposite una moneda en la palma, sonríe agradecido y se la da a la madre. O sea, que este bebé sabe ya hacer algo, un trabajito, para contribuir a la economía doméstica.
Invasiones. Quienes se toman en serio la apropiación son los prófugos de la sierra, los pobres de las comunidades andinas que huyen de la explotación y de la violencia política. Los sin nada bajan a la costa a privatizar lo de todos. Se trata de los invasores. Llegan en grupos organizados, dirigidos por un señor que cobra por participar en estas comitivas de apropiación. Eligen una determinada porción de desierto y clavan una bandera peruana en la arena. Equipados con cinco esteras de totora o cañizo, de 2,5 por 2,5 metros, ocupan los arenales y dunas, carentes del menor rastro de vegetación, de las periferias de las ciudades costeras. Con estas cinco esteras, una para cada pared y otra para el techo, levantan su choza de 6,25 meteros cuadrados. En los primeros meses apenas se distinguen se distinguen de la arena por su color amarillento. Desde la carretera parecen plantaciones más o menos caprichosas de Asentamientos Humanos, pueblos jóvenes, barriadas, que se prolongan a lo largo de 70 kilómetros al sur de Lima, a ambos lados de la carretera panamericana. Los más previsores dejan ya, desde un principio, espacios para las futuras calles.
Guiados por la idea de que lo público es del populicus, del pueblo, invaden terrenos del Estado o que están en litigio. Mas, sabedores también, por experiencia propia, de que las fuerzas del Estado no están para defender sus intereses, sino para proteger los de unos pocos, planifican de antemano las periódicas luchas con la policía o el ejército. Para mayor seguridad se hacen acompañar de su abogado.
Una vez instalados eligen un comité encargado de organizar y dirigir las actividades. Luego clavan un gran poste con dos altavoces al lado de una de las chabolas en la que se instala el equipo de audio. A través de ellos se anuncian los acontecimientos que interesan a la incipiente comunidad: cuándo viene la poli, el cambio de guardia, día del mercadillo, etc.
Inmediatamente brota el primer “restaurante”, el que improvisa una señora avispada. Se construye un fogón con unas piedras y la poca leña que puede recoger de los vertederos más o menos lejanos. Su único plato, el popular ceviche elaborado con los pescados atrapados en el mar cercano. Al carecer de refrigeración, los altavoces empiezan por pregonar el precio. 1,50 soles la ración (unos 35 céntimos de euro). Al poco rato se reduce a 1 sol, y un poco más tarde a 0,80 soles. El sol amenaza con echar a perder la mercancía y hay que venderla lo antes posible.
Una vez instalada y reconocida la primera invasión, llega la segunda ola. Los nuevos invasores quieren hacer lo mismo, aunque ya tienen que establecer sus viviendas en peores sitios. Hay que acordarlos con los primeros.
Por término medio, estos poblados improvisados, tardan de 15 a 20 años en conseguir que las autoridades municipales y las compañías les lleven el agua y la electricidad. El alcantarillado puede durar más todavía.
Pero la lucha de estos asentamientos humanos no cesa. Hay que pelear con los tribunales de justicia, con las autoridades habidas y por haber. Al estar ubicados en zonas de riesgo, es necesario que se les socorra en necesidades tan perentorias como construir muros de contención que mitiguen los derrumbes ocasionados por los frecuentes desprendimientos y terremotos, y calles y escaleras de materia noble, esto es, sólida (ladrillo, piedra, cemento), que faciliten la movilidad y el acceso. Hay que obtener los documentos acreditativos de la propiedad del predio, una pelea jurídica con los dueños o el Estado que dura años y años. Y muchas cosas más. En la actualidad están organizados en una Federación de Organizaciones Vecinales de Lima y Callao. Algunos de estos asentamientos, como el de Villa El Salvador, con sus 460.000 habitantes, ha adquirido renombre internacional por su capacidad de lucha y autoorganización. Ha sido objeto de curiosidad científica para sociólogos y políticos. El mismo Papa Juan Pablo II se dignó visitarlo.
martes, 11 de diciembre de 2007
El regreso de la política Entrevista a Antonio Negri
ENTREVISTA A TONI NEGRI
El regreso de la política
http://www.clarin.com/suplementos/cultura/2007/12/08/u-00611.htm
El ensayista italiano anuncia el fin de la posmodernidad, al menos en su rasgo político de indiferencia ante el bien común. Dice que recomienza la narración de un proceso de liberación. En esta charla analiza la situación actual del capitalismo y sus derivaciones en el trabajo. Sus posturas han conocido las objeciones de Laclau, Dri y Borón, entre otros, que lo acusan de un exceso de utopismo y de no tener en cuenta las dimensiones nacionales de la lucha política.
MARIANA CANAVESE Y BRUNO FORNILLO.
Suele decirse que la Italia de fines de los años 60 y gran parte de los 70 estuvo inmersa en un grado de movilización colectiva que operó como una suerte de laboratorio de las políticas de emancipación. En Argentina, tras visitar Bolivia y Venezuela, el filósofo Antonio Negri -uno de los animadores de aquel ciclo y de la renovación de ese discurso-, enuncia el tiempo de una nueva narración de las prácticas políticas. Sujeto a múltiples lecturas, interpreta que la recepción local de su obra ha sido "negativa y limitada" respecto de las discusiones que detonó en otras regiones del continente.
-Hay un grado de vitalismo que usted expresa fuertemente y que contrasta con quienes subrayan la discontinuidad de la política. ¿En qué se funda ese optimismo?
-No tengo optimismo como tampoco vitalismo. Si usted dice que en la filosofía contemporánea hay posiciones mortuorias en vez de vitalistas, diría que son las fundamentales. Basta pensar en Heidegger, que es la filosofía de la muerte. La actitud represiva sólo puede organizarse sobre la muerte y el miedo. Por otra parte, es lo que siempre han enseñado los curas: la muerte como fin de la vida y el pecado como organización de la vida. Veamos, en cambio, cuál es la pasión fundamental que está en la base... Yo considero que el ser, esta cuestión de la que tanto la filosofía como la política deben ocuparse, es un ser productivo. Es una posición que tiene una historicidad, de Maquiavelo, a Spinoza, Marx y el posestructuralismo. Es una línea respecto de la cual apostamos como apostamos siempre en la vida. Pienso que la vida es una cosa malditamente pesada, dura, pero que es construida. Pensemos en un bebé que nace, si no fuéramos un poco optimistas y no lo amáramos, moriría de inmediato, y, en general, debemos tomar ese ejemplo para todo lo que sucede en la vida. Es sólo el amor, la solidaridad, la reciprocidad, lo que permite que la vida se reproduzca y pasar de las fases más elementales -la asistencia a un bebé- a lo que está hecho de ayudarse, de enseñarse el lenguaje, de trabajar -cosa que nunca hacemos solos-, y así sucesivamente. Es este amor, en sentido ontológico -no tiene nada que ver con Freud ni con la pornografía-, amor verdadero, sólido, el que construye la vida. ¿A eso lo quiere llamar optimismo? Llámelo optimismo. Ciertamente, si no existiera este optimismo -que no es optimismo sino simple realismo-, la vida no existiría.
-Respecto de las pasiones, ¿cuál ha sido la influencia de Spinoza en su pensamiento?
-Perdón si hago un poco de cronología de mi vida. Nací bajo el fascismo y viví mis primeros años durante la guerra, hasta los 12 o 13 años. Y la guerra me marcó muchísimo, la guerra, la miseria, el esfuerzo de vivir. Fui comunista antes de ser marxista. Cuando tenía 20 años, trabajé en un kibutz en Israel, y allí me hice comunista, sobre la exigencia de una vida en común,Experimenté esa fase de Israel que fue muy bella. Después me puse a trabajar en política y me volví marxista. Me inserté sobre todo en un proceso de lucha, entre los años 60 y 70, que fue creativo, realmente formidable, y que permitió desarrollar una crítica extremadamente fuerte. En Italia, el 68 no fue un mayo, no fue un mes, fueron 10 años que nos permitieron, a mí, a miles, a millones de compañeros, desplegar una crítica del capitalismo como crítica, justamente, del modo en que el capitalismo maneja las pasiones. Luego de lo cual fui a la cárcel, y ahí releí a Spinoza interpretando, criticando, mi viejo marxismo, pero recuperando al mismo tiempo esa capacidad spinoziana de fundar sobre el mecanismo conatus vivente, el conatus de vida, el conatus sensible, el amor o la cupiditas, como el momento de asociación constructiva y constituyente. Y después, el amor racional, ontológicamente constructivo, que me permitió reconquistar no sólo el sentido del trabajo, de la actividad, que el marxismo me había enseñado, sino ese sentido de la pasión que debe cubrir los conceptos y permitirles desarrollarse. Cuando, por otros motivos, me encontraba frente a un análisis constitucional positivo, aprendí de esa manera, por ejemplo, a evaluar si detrás de cada fórmula jurídica existía un conjunto de pasiones que era cultivado. Y cuando, posteriormente, en la etapa que siguió a la prisión, me encontré con la temática de la crítica de las instituciones, del globalismo, del desarrollo de la biopolítica, el desarrollo foucaultiano, esas cosas se unieron y se dio esa síntesis que fue más o menos correcta. No creo que la historia de la filosofía nos enseñe mucho, al contrario. Deleuze decía: "Espero ser el primero que no fue castrado por la historia de la filosofía".
-¿Por qué decidió que su vida esté trazada por la política?
-La política, o sea, la elección de los conocimientos y las actividades que llevamos sobre la cosa común, sobre el Commonwealth, sobre la riqueza común, es fundamental. En general, la política, es decir, este conocimiento, esta experiencia ampliada del saber común para la reproducción del común, de la libertad, está en la base de todo saber.
-Recientemente dio en la Argentina una charla sobre "Commonwealth"...
-"Commonwealth" es el tercer volumen, escrito junto con Michael Hardt, de la serie que iniciamos con "Imperio" y que continuó con "Multitud". Es un texto probablemente más filosófico y, por ende, más político, en el sentido de que nos hacemos preguntas absolutamente esenciales: ¿Qué es lo político? ¿Qué es el bien y el mal? ¿Qué es el odio o la guerra? El libro empieza con una reivindicación de la pobreza como elemento fundamental de caracterización de la multitud: encontramos que alrededor del 1600, con la Revolución inglesa, el término "multitud" desaparece del vocabulario político y es sustituido por el término "pueblo". Este se distingue de la multitud en tanto es propietario. Tenemos, entonces, la exclusión de los pobres del pueblo, la multitud excluida del pueblo, la pobreza excluida de la construcción de lo político. La pobreza es un elemento oscuro fundamental que no puede ser recuperado dentro de las categorías de lo político moderno; queda siempre afuera, y queda como resistente. A menudo nos han acusado de eurocentristas y de haber dejado de lado, por ejemplo, lo colonial. Aquí hicimos un esfuerzo enorme por recuperar ese tipo de literatura dentro de la problemática actual bajo la categoría de pobreza. Nos interesaban los aspectos de antagonismo indígena que organizaban y mantenían la autonomía. Luego, un tercer capítulo enfrenta el problema de qué es hoy el capitalismo. Una hipótesis central es que asistimos a una ruptura del proceso capitalista: la acumulación de esas resistencias -la pobreza, el anticolonialismo- unida a la transformación de la fuerza de trabajo en los países centrales, que se presenta en términos cada vez más cognitivos, inmateriales, socialmente conectados y cooperantes, llevan a una ruptura en la historia del capital. Este quiebre produce una forma cada vez más parasitaria, más abstractamente dominante del desarrollo capitalista, tornando vacía la relación capitalista. El obrero ya no se encuentra frente al capitalista como organizador de la fuerza de trabajo sino que esa organización se transforma cada vez más en un proceso autónomo que el trabajador conduce. Este, sin embargo, se encuentra frente a mecanismos de renta (inmobiliaria, financiera, de acumulación), fenómenos que remiten a un elemento barbárico de la organización capitalista del trabajo. Y, por otra parte, está el éxodo de la fuerza de trabajo, que significa la capacidad de desarrollar contracultura pero sobre todo nuevas institucionalidades. La relación de gobierno es cada vez más una relación que ya no es para nada algo gerencial sino una relación de fuerzas; es gobierno sobre una red viva. Existe, además, una tentativa de empezar a narrar, a describir, ese éxodo. Estoy convencido de que hay que salir de lo posmoderno y del miedo de hacer una gran narración. Hoy recomienza el tiempo de una narración del proceso de liberación, porque todos estos elementos construyen ese mosaico sobre cuya base se puede volver a contar una historia de liberación que es absolutamente necesaria.
-Tanto en Génova como en la Argentina de 2001 hubo una irrupción de masas que, en principio, no llegó a plasmarse en una nueva institucionalidad. En Bolivia hay un grado mayor de potencialidad, pero así y todo la Asamblea Constituyente está debilitada. ¿Qué obstáculos identifica?
-El éxodo significa capacidad constituyente. El gran problema pasa a ser la difracción de los poderes constituyentes. Dentro de las teorías jurídicas, el poder constituyente siempre ha sido considerado como un poder extra-legal; actúa de una sola vez, erige el ordenamiento y no existe más. Debemos empezar a imaginar el poder constituyente como un poder que se despliega en esa relación dual. Este año en Bolivia, por ejemplo, las discusiones que tuvimos estaban referidas, justamente, a nuevas formas constitucionales que no necesariamente ven el poder constituido como negación del poder constituyente, sino como estructuras de nuevos ordenamientos totalmente abiertas a un poder constituyente. Es decir, un nuevo modelo de constitución. Respecto de la Argentina, es claro que aquellos movimientos específicos se acabaron, pero la acumulación de estos procesos es algo que se debe tener muy en cuenta. Y estos son fenómenos completamente irreversibles. Estoy convencido de que cuando se habla de constitución -la relación entre constitución material y formal, entendiendo por constitución material el conjunto de las relaciones de fuerza que constituyen la sociedad- se debe tener presente esa composición política latente. Por otra parte, las corrientes actuales más vivas del derecho, post-Luhmann, hablan incluso de constitución sin Estado. También lo posmoderno en toda la fase de aleatoriedad y de matiz está terminando. Entramos en una nueva época donde lo contemporáneo vuelve a mostrar su solidez.
-En cierta ocasión mencionó que el movimiento de resistencia global está en crisis. ¿Cómo piensa la organización política post-partido?
-Cuando se habla de la crisis de la forma partido se habla de la crisis de la representación política, de todo un sistema de formación y transmisión de la voluntad política que, justamente, caracteriza actualmente a la democracia. Por lo tanto, plantearse el problema más allá de los partidos significa plantearse también si existe otra forma de democracia. ¿Qué es, cómo puede concretarse el ideal de democracia absoluta? Creo que todavía se trata de moverse en el terreno de la investigación. Es evidente que la definición de partido -cuando era una definición seria y no puramente ideológica- se organizaba sobre la relación que existía entre composición técnica y social de la fuerza de trabajo, la composición política en general, y la forma política, ligada a una tentativa de reapropiarse del ciclo productivo, en la expresión de los consejos obreros, por ejemplo. Hoy todo eso es muy difícil de determinar: dentro de la composición técnica del trabajo está esa composición social, cognitiva, abstracta, móvil, precaria. Por eso tenemos un auténtico tejido en el cual la institucionalidad debe, muy probablemente, plantearse como problema no de representación sino de presentación. Siempre consideré que no son los intelectuales los que inventan las formas en las que se organizan las masas o las multitudes; son ellas las que proponen a la reflexión las formas bajo las cuales actuar. Creo que el gran paso que viene a través del capitalismo es el hecho de que, lejos de profundizarse lo individual, se profundiza la singularidad y la participación de cada individuo en el común. Es la inmanencia de la singularidad en el común. Esta inmanencia y esa autonomía común se dan como base tanto más institucional cuanto que si hay algo anárquico en este momento es el individualismo. Nunca he sido anarquista.
-¿Cuáles serían las características del trabajo precario?
-Obrero precario es una definición sociológica o económica para referir, ante todo, a una forma de salario. Se trata de un trabajador esencialmente móvil, flexible, que ya no está ligado a un espacio determinado como tampoco a una estructura temporal específica, la jornada laboral de ocho horas. Mientras, desde el punto de vista salarial, al trabajador-masa lo llamábamos fordista, a este trabajador flexible lo llamamos precario. Estamos, en términos macroeconómicos, en una situación global, ya no nacional. El inmigrante, por ejemplo, es fundamental dentro de esta figura del precario. Saben que cuando hacemos las manifestaciones por San Precario, este santo reúne a centenares de miles de personas en Milán el 1ø de mayo. Es un proceso muy bello, se hacen santos que se llevan en procesión, hay música y coros... "San Precario: ayúdanos". La imagen es la de un joven, una persona cualquiera, no con cara de santo sino una más astuta, porque ésa es su cualidad fundamental: ser vivo, hábil... Ahora, por un lado, el trabajador precario está mal pago y en una situación inestable, pero, por otro, alguien puede preferir trabajar así. La figura del precario es sobre todo la del trabajo femenino: hoy, ir a trabajar a la fábrica o a la oficina puede significar no tener hijos, porque si tenés un hijo te echan. Entonces, el trabajador precario es, por ejemplo, una mujer que prefiere quedarse en su casa y trabajar allí según sus tiempos.
-Han mencionado, con Hardt, la idea de guerra global permanente, que podría pensarse concatenada, al menos en América latina, a un proceso cada vez más intenso de militarización, de criminalización y judicialización de la protesta social, de miedo y fuerte presencia de un discurso que reclama seguridad...
-En cuanto al discurso sobre la guerra permanente, como en general sobre el estado de excepción -son estados de excepción permanentes-, vale tanto más hoy cuando la centralización de ese proceso termina. Estados Unidos intentó el golpe de Estado sobre la mundialización, ser el poder soberano que dominaba el campo. En la medida en que ese poder soberano unilateral cesa, en que se afirman ámbitos multilaterales de regulación, toda una serie de instrumentos pasan a ser de criminalización interna, de excepcionalidad difusa. Todo eso se relaciona con la separación del comando capitalista de la organización del trabajo: en la medida en que el capital se despega de la organización del trabajo asume ese recurso a la fuerza; la violencia se convierte en la clave del mando.
lunes, 10 de diciembre de 2007
Entre la reinvención de la política en América Latina y la hegemonía neoliberal en el Perú
NOTAS SOBRE EL II FORO DE DEMOCRATIZACIÓN GLOBAL entre la reinvención de la política en América latina y la hegemonía neoliberal en el Perú
Apuntes sobre El II Foro de Democratización Global
Entre la Reinvención de la política en América Latina y la hegemonía neoliberal en el Perú.
Álvaro campana Ocampo
Miembro del Programa Democracia
y Transformación Global
Presentación:
Los días 21, 22 y 23 de Noviembre en el Centro Cultural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, la popular Casona del Parque Universitario, se realizó el II Foro de Democratización Global organizado por el Programa Democracia y Transformación Global y el Ier taller sobre movimientos sociales y política con la presencia de compañeros activistas e intelectuales de diversos países de Nuestra América, así como militantes de diversas organizaciones sociales de nuestro país. Este texto no pretende ser una crónica de estas actividades sino más bien plantear algunas reflexiones que nos propiciaron estas jornadas tan estimulantes. En el intentaremos sacar algunas lecciones de cara a la aún persistente hegemonía del neoliberalismo en el Perú y la emergencia de nuevos actores sociales, a los que consideramos parte de la familia de los nuevos movimientos sociales.
Elementos que permitieron la hegemonía neoliberal en el Perú
Es fundamental plantear algunos elementos que permitieron la hegemonía neoliberal, no sin antes dejar en claro que estos se inscriben en un contexto de profundas transformaciones en el mundo que fueron definidas por el presidente Correa (del Ecuador) no como una época de cambios, sino como un cambio de época. Estos elementos concluyeron en un hecho fundamental: la derrota de los diversos proyectos populares, la destrucción de las formas organizativas del campo popular, la instauración de un régimen dictatorial que impuso las reformas neoliberales.
Procesos internos fundamentales, que nos acercan a la tesis de Naomi Klein presentadas en su libro reciente “La Doctrina del Schock” que nos permite tener una mirada distinta del proceso peruano: la generación de un escenario de miedo, violencia e incertidumbre económica y social que hace posible reducir la resistencia, y someter a los pueblos para imponer el modelo neoliberal. Más allá de sus particularidades, como el accionar funcional de Sendero Luminoso a esta estrategia, este elemento se repite en diversos escenarios en los que se ha implantado el neoliberalismo.
Así es, como fue posible reorganizar la sociedad, en función de las nuevas formas de acumulación y poder:
a) Destruyendo las organizaciones sociales constituidas sobre la base de otro modelo de acumulación (industrialización por sustitución de importaciones), o estableciendo una crisis permanente de las mismas hasta hoy (sin que con esto le quitemos la responsabilidad a sus conducciones)
b) Derrota política y cultural de los proyectos populares produciéndose un enganche en las tradiciones autoritarias y “criollas” con la lógica neoliberal, así como la transformación de la noción de “pueblo” desplazando el sujeto emprendedor (supuestamente en el marco de un “capitalismo popular”) al sujeto trabajador;
c) Construcción de una cultura conservadora dentro de lo que Boaventura de Sousa llama “Fascismo social”.
Esto nos lleva a tomar en consideración la caracterización que Sonia Álvarez del neoliberalismo: que más allá de un proyecto económico es uno político cultural. O lo que permanentemente nos recordó en sus intervenciones Ezequiel Adamovski, el carácter biopolítico del capitalismo en esta nueva época. O cómo diría el viejo Marx la subsunción real del conjunto de la vida a la lógica del Capital.
La creciente impugnación del capitalismo neoliberal en el Perú
Luego de haber atravesado esta etapa de reorganización social, asistimos a una creciente impugnación del neoliberalismo en el Perú, de la mano aunque con retraso respecto de lo que acontece en el continente y en el mundo. Estamos viviendo una reestructuración de los lazos sociales, una reestructuración social que empieza a plantear con cada vez mayor fuerza resistencias y conflictos. ¿Son estos conflictos y resistencias idénticos a los de las décadas pasadas? ¿Pueden ser nuestros proyectos los mismos? ¿Podemos pensar la política desde las mismas coordenadas?
Aquí algunas pistas: Aníbal Quijano nos planteó un elemento fundamental a considerar: la impugnación al capitalismo se está dando en el subcontinente en el que como proceso de la modernidad, éste se construyó sobre la base de lo que denomina la “colonialidad del poder”, que es su otra cara y que fue el sustento de la dominación civilizatoria del capitalismo y del occidente sobre los pueblos vencidos, clasificados desde entonces como pueblos de “razas inferiores”. En este sentido, es América Latina uno de los escenarios donde se libra una lucha por redefinir esta relación colonial, y por tanto el capitalismo y la modernidad misma. De ahí el carácter fundamental de las luchas de los pueblos indígenas.
Por otra parte, encontramos la emergencia de conflictos biopolíticos: es decir no sólo centrados en la democratización u opresión alrededor de la autoridad o institucionalidad política, o del trabajo y su sentido, sino del conjunto de dimensiones de la vida: el trabajo, el género, la cultura. De ahí la emergencia de organizaciones (¿movimientos sociales?) que antagonizan radicalmente todas las relaciones de poder que son articuladas además por el capitalismo.
En nuestro país asistimos a la lucha por defender territorios donde se asientan milenarias experiencias culturales y sociales, en los que están en juego la identidad, formas de vida, el medio de vida, ideas de desarrollo: la lucha contra la minería, el cuestionamiento a la forma de desarrollo que propone y que incluye un desarraigo creciente. La lucha de los cocaleros, pueblos obligados a colonizar la amazonía ante la primacía de modelos expoliadores que no toman en consideración la agricultura, la soberanía alimentaria, el derecho de miles de peruanos a tener una vida digna. Estas organizaciones no sólo se enfrentan a la represión del gobierno peruano, a la criminalización de sus formas de supervivencia, sino que se hallan en el escenario principal en el que el imperio norteamericano pretende tener control militar y económico: la amazonía. Son conflictos que por un lado tocan los ámbitos más cotidianos de la gente a la vez que tienen repercusiones de alcance global.
Finalmente, asistimos a la emergencia de fenómenos político electorales en el continente que se proponen la refundación de los países desde los propios Estados. Aunque con matices, hemos sido testigos de la conformación de mayorías electorales que cuestionan el neoliberalismo. En el Perú ha venido ocurriendo lo mismo.
Los retos que se abren y el papel de los “movimientos sociales”.
En medio de la aún vigente hegemonía neoliberal, y las políticas crecientemente criminalizadoras de las protestas y de las luchas populares, sobre lo que no abundaremos, y que son en realidad y con diversos pretextos un modelo dentro de los países más conservadores de América Latina como México o Colombia e incluso Brasil, lo que está en juego son tendencias sociales más amplias en las que se van constituyendo nuevas mayorías sociales y políticas que cuestionan el neoliberalismo. Estas han encontrado una forma de expresión fundamental a través de los procesos electorales en primer lugar.
¿Qué papel cumplen en esto los llamados movimientos sociales? Consideramos que estos, como los entendemos, como organizaciones sociales que empiezan a afrontar las contradicciones biopolíticas y a desplegar capacidades transformadoras, tienen un carácter estratégico para la construcción de alternativas de vida al capitalismo, y se constituyen en actores importantes para avanzar en procesos de democratización sustanciales en las diversas esferas de la vida y de sus expresiones institucionales. Los movimientos sociales son la “masa activa” en la que no sólo se ha construido el consenso, sino que son “maquinas de liberación”. Deben tener ellos un papel autónomo más no autista respecto a la política estatal y partidaria pues a partir de ellos será posible construir nuevas prácticas radicales.
Una de las discusiones que atravesó el foro y el taller fue esta relación entre la política estatal e institucionalizada y los movimientos, como situación además permanentemente problemática. Frente a esto se plantearon diversas alternativas que van desde la apropiación de los espacios de participación institucionalizados, por la creación de espacios institucionales no estatales, hasta la posibilidad de apropiación del Estado como lo plantea Boavnetura de Sousa convirtiéndolos en espacios no estatales, en novísimos movimientos sociales.
Poder constituyente y poder constituido
Las nociones de poder constituyente y poder constituido pueden servirnos para plantear esta relación si es que comprendemos que la política – de los movimientos sociales, la política que a nosotros nos interesaría- es esa capacidad de ir permanentemente más allá de los límites establecidos como nos explicara Graciela Di marco, un cuestionamiento de los límites y de las naturalizaciones como lo propone Pizzorno (que ha tenido a uno de sus más radicales protagonistas al movimiento feminista). Poder constituyente por su movimiento incesante de construcción y afirmación de otras formas de vida, de transformación de las relaciones sociales, de construcción de nuevos órdenes y formas de organización social que no pueden congelarse en una fórmula.
Este poder constituyente tiene una contracara que es el poder constituido, el momento en que las relaciones sociales y el orden cristalizan en instituciones, normas, ordenamientos. Si creemos que es el ser humano el que instituye estas normas, que no las hay naturales, entonces llegamos a la idea de que el poder constituido no hace sino expresar de manera limitada la potencia del poder constituyente y las correlaciones de fuerzas que se establecen en la sociedad. De ahí la importancia de la autonomía de los movimientos sociales frente al Estado y los partidos que son intermediarios con este y que se mueven bajo otras lógicas, lo que no quiere decir que no tengan relación. Todo lo contrario. Más bien se plantea la necesidad de articularlas en un todo que pueda cuestionar el sistema en su conjunto para no ser expropiadas en las lógicas hegemónicas y enfrentar la tarea de la “gestión global de lo social”
Retos a afrontar
En principio los movimientos sociales deben plantearse una “política integral”, planteársela desde la biopolítica, es decir en cuestionamiento y búsqueda de democratización en todas las esferas de la vida. La política de los movimientos debe ser cultural en el más amplio sentido del término, social, política, económico-productiva.
En este sentido, es crucial superar la cultura reivindicacionista, radical economicista de nuestra cultura política, que paradójicamente se vuelve confrontacional pero no antagonista agotando rápidamente la energía de las acciones de los movimientos sociales. Se debe avanzar hacia la participación de los movimientos y organizaciones sociales en la elaboración de propuestas programáticas pero además en prácticas prefigurativas, es decir constituyentes: se trata de construir aquí y ahora esa otra sociedad de la que hablamos.
Debemos avanzar a la articulación de todas las luchas para que no se pierdan en la dispersión y en la cooptación del poder, sin que estas pierdan la riqueza que les da su especificidad. Es preciso avanzar a la conformación de bloques sociales, políticos, culturales en los que se debe reconocer la multiplicidad de las luchas y la inexistencia de un sujeto privilegiado de la transformación social. En este sentido deben ser inclusivos con las diversas luchas y profundamente democráticos.
Asumimos que sus tareas son la construcción de una contrahegemonía que parta por la reforma moral, intelectual, de sentidos y símbolos de las que habla Gramsci. De la transformación de las relaciones sociales, de la necesidad de multiplicar prácticas de construcción y de resistencia, de acumulación de fuerzas que disputen a las fuerzas hegemónicas alternativas a lo existente.
Finalmente creemos que deben tanto construir sus propios espacios institucionales al margen del Estado, como disputar los espacios institucionales y los espacios de participación que propone el Estado. Desde los Frentes de Defensa, pasando por los municipios y sus instancias de participación, hasta el ejercicio del gobierno nacional pueden ser espacios de disputa y de ejercicio de un poder alternativo que despliegue las fuerzas del poder constituyente y cristalización de nuevas relaciones sociales.
Sin embargo quedan aún muchas cosas por discutir como por ejemplo el dilema de construir herramientas político electorales, las vías electorales que nos puedan llevar a la refundación del Estado como se está planteando en otros lugares del continente, la necesidad de comprender que la lógica Estatal, es la lógica del poder, del control, y que por más progresista que sea el gobierno pronto se encontrará en la constradicción de atender a las políticas de Estado y las políticas destituyentes y constituyentes por lo que la autonomía y fortalecimiento de los movimientos es una tarea fundamental.
Limitaciones de nuestras organizaciones sociales
Es necesario empezar por la discusión que hay en el Perú acerca de si existen estos nuevos movimientos sociales. Nosotros creemos que lo que está ocurriendo es su emergencia en el Perú, y que obviamente tiene sus características específicas. A partir de esto, lo que creemos que son las limitaciones de estos nuestros movimientos sociales en ciernes es:
- Ausencia de cuadros, hubo no sólo una crisis de la política anterior, sino una profunda despolitización que no ha permitido una comunicación de las anteriores experiencias y sus aportes y la inexistencia de una militancia con experiencia, herramientas metodológicas, etc.
- Ante el aislamiento de las fuerzas populares, se exacerban los vicios de nuestra cultura política: tendencia a la fragmentación, a la sobreideologización y por lo tanto al sectarismo, a la autocomplaciencia alejada del conjunto del movimiento popular, la tendencia al confrontacionismo pero anclado en luchas fundamentalmente reivindicativas, economicistas y hasta corporativas.
- Aislamiento y desconexión de las luchas globales y continentales, una gran incomunicación con otros procesos.
Tareas urgentes:
- Propiciar encuentros, para articular las luchas estableciendo formas de “traducción” entre las diversas experiencias. A partir de estos desarrollar campañas conjuntas.
- Desarrollar espacios de formación y debate permanentes de manera conjunta.
- Ser creativos organizativamente como en el desarrollo de estrategias.
- Combinar luchas reivindicativas y programáticas con las l{ogicas prefigurativas.
- Conectar las luchas locales y nacionales con las luchas continetales y globales.
- Avanzar en la discusión y construcción de nuevas prácticas y de una nueva cultura política.
- Desarrollar experiencias de educación, proyectos productivos y economía social, de comunicación alternativa.
martes, 4 de diciembre de 2007
Saludo en el día del Minero Familiares de Saúl Cantoral
¡Las luchas de Saúl Cantoral siguen vigentes en las vidas de las familias mineras del Perú!
Los familiares de Saúl Cantoral Huamani expresan su más ferviente saludo a todos los trabajadores mineros del Perú en esta fecha tan memorable.
Como Familiares del mártir minero sabemos que toda reivindicación se ha conseguido mediante heroicas jornadas de lucha que en muchos casos han costado la sangre y la vida de muchos mineros.
La labor del trabajador minero siempre ha estado marcada por una inhumana explotación, el no reconocimiento de su trabajo, riesgo de salud y vida, y cuando reclaman con toda justicia son reprimidos, encarcelados y despedidos. Esto debe terminar y es necesario fortalecer las organizaciones sindicales desde los socavones hasta los inmensos tajos abiertos.
Por esto en esta fecha tan especial en que se reconoce la importancia del trabajador minero, exhortamos a todos los mineros del Perú, sindicalizados o no, a forjar y mantener la unidad. Sólo organizados podremos alcanzar justas reivindicaciones.
Expresamos nuestra gratitud a todos ustedes hermanos mineros por habernos acompañado en estos 19 años de búsqueda de justicia por el cruel asesinato de nuestro querido Saúl, ya que sin ustedes no hubiera sido posible arrancar de la Corte Interamericana de Derechos Humanos la sentencia que responsabiliza al Estado Peruano por la muerte del que fuera Secretario General de la FNTMMSP, que fuera asesinado cuando junto a mineros del Perú preparaban la tercera huelga minera.
¡Viva el Día del Trabajador Minero¡
¡Saúl Cantoral vive en el corazón de los Mineros y del Pueblo¡
Familiares de Saúl Cantoral
05 de diciembre de 2007
SAUL CANTORAL NO HA MUERTO
El que no habla a un hombre
no habla a nadie.
ANTONIO MACHADO
Jamás dejaste que las palabras o vientos te cerraran los ojos
Ni la tierra tan hosca como la desesperación de los lobos
Te entristeciera las manos con las cuales plantabas
en tus minutos de calma
Granadillas y mangos
Que comías con tu compañera antes de ir al trabajo
El tiempo fue una puerta abierta en tu vida
Por eso nadie pudo entender (a pesar de tu rostro
de campesino sin sueño)
A qué hora le enseñabas el amor a tus hijos
Y la felicidad (como un eucalipto) a tus amigos de barrio
Y si bien el sol no alcanzó la plenitud en tus labios
Poblaste con estrellas y huelgas los sueños del hombre
Por ello / cierta noche / cuando nadie te vio
Partir a ese rincón donde ni siquiera los gorriones existen
La policía aprovechó para partirte el corazón en infinidad de
pedazos
Cuando te enterraron una mañana de cardos y lluvia
Crecieron semillas y vientos como mares humanos
Y nadie pudo olvidar cuando bailabas huaynitos
en la sencillez de las fiestas
Ni dejar de repetir lo que tu esposa decía con una fotografía tuya
en el pecho:
"Saúl Cantoral no ha muerto / vive / como la primavera vive
en los resplandores maravillosos del alba"
Juan Critóbal (Poema del libro: "El llanto / el fuego", inédito)
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