domingo, 1 de julio de 2007

POR UN NUEVO MOVIMIENTO UNIVERSITARIO POR UNA NUEVA REFORMA UNIVERSITARIA

POR UN NUEVO MOVIMIENTO UNIVERSITARIO, POR UNA NUEVA REFORMA UNIVERSITARIA
Alvaro Campana Ocampo
"La educación gratuita, laica y obligatoria" es una usada receta del viejo ideario demo-liberal-burgués. Todos los radicaloides, todos los liberaloides de Hispanoamérica la han inscrito en sus programas. Intrínsecamente, este anciano principio no tiene, pues ningún sentido renovador, ninguna potencia revolucionaria" José Carlos Mariátegui.

No es un secreto para nadie que la universidad pública se encuentra en una grave crisis, no solamente de carácter económico -como quieren mostrar quienes hoy usan este argumento como coartada de un continuismo que promueve el facilismo y la mediocridad (desde la ANR y los rectores corruptos, pasando por los privatistas de lo universitario, hasta los radicaloides de todo pelaje): se encuentra fundamentalmente en una crisis de sentido. Contra lo que creen los economicistas que de manera espasmódica reaccionan cuando se trata de defender la "gratuidad", el problema de la universidad pública es resultado de una serie de factores externos pero fundamentalmente de factores internos: deviene de la incapacidad que hemos tenido sus miembros para autogobernarnos; para discutir el sentido del conocimiento -en el que sigue primando el positivismo y patrones epistemológicos eurocéntricos y colonialistas justo cuando el conocimiento se ha vuelto la clave del poder- para vincularnos con las sociedad en su conjunto y responder a sus exigencias y necesidades de liberación social pese a que es ella la que permite que nosotros accedamos a la universidad. Y por supuesto, de sus estructuras de organización y gobierno que han alimentado y exacerbado tal situación.

Caro favor que le hemos hecho los universitarios de las universidades públicas a las clases dominantes, quienes desde un Estado puesto a su servicio, alentaron la muerte por inanición de la universidad pública y no bajo las orientaciones del Banco Mundial como ocurrió en otros países donde la universidad pública fue puesta directamente al servicio de los proyectos de dominación y exclusión. Nuestra mediocre clase dominante no llegó siquiera a eso, abandonó la Universidad a la privatización de los grupos radicaloides y corporativistas (que se denominan de izquierda!) que la hicieron a lo largo de estos años un lugar de clientelaje y corrupción extensivo a los sectores populares cada vez más cautivados por las salidas individualistas y pragmáticas en beneficio propio. Cabe preguntarse pues si tanta verborrea "radical" y tantos años de control de los grupos de "izquierda" de la universidad produjo alguna generación de profesionales capaz de plantear derroteros u horizontes que nos permitan salir de la crisis en que se halla el país. La realidad es que sólo se han producido profesionales arribistas y mediocres que no tienen ninguna incidencia en la vida nacional, que no son conciencia crítica del país, y cuya mayor consigna ha sido "Salvo el cartón, todo es ilusión".

¿No es cierto acaso que la universidad es una institución autista, convertida en tierra de nadie por quienes jugaron a la politiquería y a la guerra legitimando a la mano dura de la dictadura fujimorista y alejándola de los grandes problemas nacionales? ¿No es cierto acaso que la universidad ha actuado más como destructora de nuestra herencia cultural, de nuestra diversidad cultural y natural reproduciendo el mito capitalista del progreso (disfrazada de socialista por las ortodoxias marxistas)? Más allá de quienes se contentan con repetir las fórmulas de Mariátegui ¿Está reflexionando la universidad pública o tiene alguna posición frente a las premisas sobre las que se estructura el poder mundial y que nos condenan a la subordinación en la denominada globalización capitalista? ¿No se ha reducido la universidad a ser reproductora de una razón instrumental, promoviendo la separación entre saberes como compartimientos estancos que imposibilitan conjugar ética y conocimiento así como la relación entre las diferentes disciplinas? ¿Estamos produciendo conocimientos y profesionales que se articulen a las necesidades diversas del país, estamos contribuyendo a la elaboración de alternativas de convivencia, libertad y desarrollo que nos emancipen de los patrones de desarrollo que genera el conocimiento de los "amos del mundo"?

El problema de la universidad también y de manera importante tiene que ver con las bajas rentas que le otorga el Estado para pagar una infame deuda eterna, hecho que denunciamos y combatimos, pero contra la autocomplacencia debemos ejercitar el uso de la razón y preguntarnos si la actual situación - de la universidad pública cambiaría si es que se triplicaran las rentas, para nosotros es obvio que no. La explicación economicista no nos es suficiente, pues si sólo de recursos se tratara Marx jamás hubiera entendido como clase revolucionaria al cada vez más expoliado proletariado, y jamás hubiera pensado que era portador de la elevación moral y cultural de toda la humanidad; tampoco hubiera sido posible que tipos como Mariátegui -que nunca pasaron por la universidad- y se desenvolvieron en difíciles condiciones- lograran ser los más brillantes intelectuales del país.

Necesitamos ubicar el tema de la universidad en otros términos, a fin de resolver la crisis de sentido que arrastra a otras crisis, como por ejemplo la crisis emanada de la corrupción, el clientelaje y corporativismo hoy encarnadas en estudiantes, docentes y trabajadores que privilegian -paradójicamente privatizándola- sus propios intereses, a los de la universidad pública. La universidad hace tiempo que ha sido privatizada por estos aspectos de la subjetividad de sus actores, por su desconexión con los intereses de la sociedad y su cada vez mayor articulación a un mercado estrecho y articulado a una economía dependiente a la que buscan afanosamente llegar los futuros profesionales cueste lo que cueste. El problema central de la universidad es qué tipo de conocimientos se producen y reproducen y en función de qué proyectos: en la universidad no hemos reflexionado en lo más mínimo sobre este aspecto.

Cualquier proyecto colectivo que se proponga la emancipación social no puede ayudar a convertir a la universidad pública en tierra de nadie, en campo de batalla (como lo hicieran Sendero Luminoso, el MRTA o la dictadura Fujimorista), ni botín económico o político (como lo hizo la vieja izquierda que hoy es el pasado en copa nueva), ni en empresa como quisieran los ingenuos émulos del "libre mercado y la eficiencia competitiva". La universidad pública tiene que ser un espacio al servicio de la emancipación, desde su particular perspectiva y especificidad, libre de las amarras del poder político (léase gobierno) y del poder económico, lo que no significa que no tenga responsabilidades para con la sociedad. No se trata entonces de hablar cosas en el aire sin vinculación con nuestra realidad cotidiana. No todo son aspectos negativos, en las universidades públicas existe un potencial y una reserva moral impresionante, que ha sobrevivido gracias a quienes han entendido su importancia.

¿Le interesa todo esto a los autodenominados “radicales”? Hoy que las universidades y sus “estamentos” gremiales se movilizan por más rentas, estamos convencidos que cualquier cambio sustantivo en la universidad será obra de actores que vayan más allá del ramplón economicismo, sazonado de una idea vaga de autonomía (en lo que paradójicamente se confluye con los que hoy administran universidades con fines de lucro) o quienes creen que el problema de la corrupción es sólo un problema moral de las autoridades y hoy buscan reemplazarlas para continuar con el círculo vicioso (no debe sorprendernos que sea la misma izquierda corrupta la que desde la oposición a las autoridades y/o siendo parte de las enquistadas y burocratizadas direcciones de las universidades se turne en los gobiernos de elas mismas siendo el de la corrupción un problema endémico).

Creemos entonces que, es necesario ir más allá del economicismo, el problema de la universidad debe abordarse desde su sentido y sus funciones. La universidad pública debe orientarse clara y definidamente a la producción de saberes para un proyecto emancipatorio del país, articulados a los intereses y necesidades de su entorno, contribuyendo a nuestra descolonización de forma integral. Ni sometida a los intereses del poder político ni económico, pero con gran responsabilidad social. Es necesario defender la universidad pública. Debemos exigir menos pago a la deuda externa y más financiamiento a la educación pública y a la Universidad en particular, a fin de hacerla eje de un desarrollo autónomo del país, con cabida para todos los peruanos. Debe buscarse mayor financiación estatal -a pesar del abandono estatal- pero a la vez debe haber una participación de los universitarios respecto al uso de los recursos y sus prioridades, exigiendo la máxima fiscalización y transparencia. El Estado no debe desentenderse de sus obligaciones. Acabar con el cernidor discriminatorio de las "Pre" que otorgan más oportunidades a quienes tienen más dinero. Las "Pre" no debe desaparecer como centro de preparación, pero si como posibilidad de ingreso, debe ser fuente de ingresos valiéndose de la calidad de sus servicios, pero no favoreciendo a quienes puedan pagarla.

Es necesario abrir un franco debate sobre la pertinencia -el sentido- y las características estructurales de la universidad pública en el Perú. Esto implica asumir, como generación y en consonancia con los nuevos retos que plantea la escena contemporánea una nueva Reforma Universitaria que parta de un nuevo movimiento universitario. Esto a su vez debe traducirse en una nueva legislación sobre la universidad, además se deben abolir las universidades con fines de lucro.

Apostar por la construcción de un nuevo movimiento universitario, que tenga representatividad democrática, que combata el corporativismo y el clientelaje de cualquier índole; que promueva y se sostenga sobre prácticas concretas de creación de saberes al servicio de una sociedad más libre y solidaria, sin ninguna forma de dominación por razones de clase, cultura, sexo, orientación sexual, fe religiosa etc. trabajando por una sociedad inclusiva que promueva la diversidad.

Fortalecer los procesos de reforma académica, los mismos que deben ser permanentes, es necesario por ello el involucramiento de la comunidad universitaria en su conjunto, así como el abrir las puertas a la participación de la propia sociedad. Así mismo debe volver a ser el eje de la tarea universitaria, la investigación enraizada en las necesidades del país. Por ello nos hacemos parte de la convocatoria a salir de la indiferencia, a no aceptar más prejuicios, a promover el uso de la discusión racional y alturada, a combatir cualquier forma de corrupción. A construir una cultura de estudio y solidaridad, de crítica ante lo aparentemente naturalizado y orientada al compromiso por un mundo distinto en el que se desplieguen todas las capacidades humanas. A construir una corriente alternativa y radical de izquierda generando una voluntad colectiva de transformación de la universidad que no se acabe en la elaboración programática sino que encarne un poder constituyente que empiece a construir aquí y ahora una universidad para la emancipación social. A no fetichizarla como si fuera el único camino o el único espacio donde se producen saberes, aceptando nuestra particular condición de universitarios que saben que el mundo está más allá de nosotros y que es sostenido fundamentalmente por quienes con la creatividad de su trabajo y con las diversas formas de inteligencia mantienen este mundo con vida y siguen pugnando por mantener y enriquecer la vida. Dotemos a la universidad de potencia revolucionaria.

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