lunes, 23 de marzo de 2009

APUNTES SOBRE LAS TAREAS PARA LA EMERGENCIA DE UNA IZQUIERDA RENOVADA

ALGUNOS APUNTES SOBRE LAS TAREAS PARA LA EMERGENCIA DE UNA IZQUIERDA RENOVADA

Las últimas semanas han surgido las primeras escaramuzas y apariciones de posibles candidatos de cara a los próximos procesos electorales. Colándose en esa clásica imagen de los cinco candidatos casi fijo (Humala, Toledo, Flores, Keiko Fujimori y Castañeda) se asoma el nombre del padre Arana.

Sobre este respecto, Susana Villarán no se ha demorado mucho en decir que este no es un tema de fondo en el país, sino que se constituye en una cortina de humo para ocultar los flagrantes hechos de corrupción que aparecen en este gobierno. Es una lectura en la que la política parece ser una disputa entre buenos y malos, es decir se reduce sólo a consideraciones morales, dejando de lado una reflexión acerca de lo que realmente está en juego en este momento en el país: la consolidación de un modelo excluyente, que usa la democracia como coartada para favorecer a los privilegiados de siempre, es decir del neoliberalismo; y, por otra parte la urgencia de construir un proyecto popular que se constituya en una alternativa frente al modelo imperante, en medio de la desorientación y fragmentación del campo popular.

En este sentido, algunos temas de fondo empiezan efectivamente a circular en algunos periódicos a propósito de asuntos como: la crisis global del capitalismo y sus impactos en el Perú -y por tanto, la vigencia del actual modelo en su dimensión económica en este marco-; la justicia, la impunidad y la memoria – a propósito del juicio a Fujimori y las polémicas sobre el museo de la memoria-; la relación entre neoliberalismo y corrupción. Todo esto, sazonado por un escenario internacional en el que se consolida un viraje político en América Latina hacia el progresismo y continúan las expectativas frente al liberal de izquierda, el presidente Obama, que hoy gobierna la Casa Blanca.

En todo este escenario, no es gratuito que algunos intelectuales progresistas, de izquierda, planteen con urgencia la necesidad de construir una izquierda socialista en el Perú, empezando por Alberto Adrianzen en su balance sobre los 20 años del Primer y único congreso de Izquierda Unida reflexionando sobre la reinvención de la izquierda, hasta la necesidad de la autonomía de la izquierda frente al nacionalismo y su renovación frente al evidente y definitivo agotamiento de las viejas dirigencias, organizaciones y programas como lo plantea Antonio Zapata. La expectativa acerca del padre Arana y su posible candidatura presuntamente auspiciada por grupos de izquierda –dicen que tanto el MNI como el PS lo han lanzado- parece calzar con este anhelo al ser este un personaje vinculado a las luchas sociales, así como ser un rostro renovado y convocante que puede representar la superación de las taras de la izquierda.

A partir de todo lo dicho se nos ocurren las siguientes ideas para tener un pequeño mapa de orientación:

Primero

- El Perú necesita construir un proyecto popular, democrático, antineoliberal que sea expresión de una nueva mayoría política, lo que se debe lograr con la apuesta por la unidad del campo popular, sobre la base del respeto a las diversas expresiones. Como se ha dicho en diversas ocasiones, incluso por boca de personajes como PPK, diez años más de neoliberalismo y seremos como Chile. Efectivamente, el modelo neoliberal, a contrapelo de lo que viene ocurriendo en la mayoría de países del subcontinente, se viene consolidando, teniendo la perspectiva de ser irreversible si es que su implementación y estabilización se logra en los próximos años. Contrariamente a esto, en el Perú no existe una propuesta que pueda expresar otro proyecto de país, desde nuestro punto de vista popular y democrático. Hacia esto debemos marchar, construyendo un bloque no solamente social y cultural sino político que pueda abrir un cause distinto para nuestro rumbo histórico, expresándose además en un sujeto colectivo que lo construya y lo defienda.
- Lo que tenemos ahora, en medio de una gran fragmentación y desorientación, son diversos espacios que son núcleos de aglutinamiento, dentro de esos tenemos a los nacionalistas, que han conseguido articular además a la izquierda más tradicional reuniéndose en la llamada Coordinadora Político Social (CPS). De otra parte a la Cumbre Social de los Pueblos (CSP), de contenido indígena y ecologista y que avanza a la construcción de su “herramienta política” y que tiene como sostén a CONACAMI principalmente. No podemos dejar de mencionar aquí a AIDESEP que agrupa principalmente a los indígenas amazónicos y que parecen tener la misma orientación que la CSP. Ambos están representando procesos diferentes, con fuertes componentes etnonacionacionalistas aunque también tradicionalmente nacional antiimperialistas.

Segundo

- Dentro de este bloque es clarísima la urgencia de la emergencia de un polo de izquierda renovada. Aquí me permito citar a Pablo Stefanoni y Ricardo Bajo sobre la ausencia y la necesidad de una izquierda incluso en procesos de cambio como el boliviano:

“quitando a los partidos-sectas que en el mejor de los casos son testimoniales en la política boliviana y en el peor meros recuerdos de un pasado más honroso (PCB, POR, PC-ML), la izquierda se diluyó de tal forma –y acríticamente– en el difuso pero eficiente discurso “etnonacionalista” (1) que hoy se da la paradoja de que, por un lado la izquierda está en el poder y por el otro, la cultura de izquierda –incluyendo los debates de ideas, sus manifestaciones culturales propiamente dichas, una visión cosmopolita de las luchas emancipatorias– se encuentra al borde de la extinción. Y no se trata acá de nostalgia ni de repetir la vida sectaria de las corrientes mencionadas, ni la formación política en base a los manuales soviéticos, ni las utopías que derivaron en monstruosos regímenes totalitarios sino de reivindicar y recuperar críticamente la función civilizatoria del anticapitalismo y lo que la izquierda aportó en términos de pensamiento crítico y cultura política democrática y libertaria. Ideas que, pese a las objeciones poscoloniales, están lejos de ser patrimonio tout court del pensamiento eurocentrado o de las clases media ilustradas.”

- Esto quiere decir que, como lo reclama Toni Zapata, no se trata de correr detrás del nacionalismo o del etnonacionalismo, ni de quedarnos en las viejas tesis y caras de la izquierda actualmente existente. Se trata de avanzar, en la construcción de una izquierda renovada en sus métodos, en sus liderazgos, en su capacidad de dar cabida a diversas expresiones, pero que recupere lo fundamental de su tradición así como genere un nuevo proyecto de cambio social. Esto implica, sin duda, autonomía, generosidad y apuesta por la unidad dentro de la izquierda afirmando y construyendo las dinámicas de renovación.
- La izquierda tiene también diversas expresiones. Para nosotros estas pueden dividirse hasta en cuatro grupos de diversas proporciones, en términos bastante gruesos: 1. los partidos tradicionales, los PCS antiguamente marxista leninistas y otros partidos de izquierda cuya apuesta programática no trasciende de su carácter antineoliberal, más allá de su discurso teñido de elementos revolucionarios. Este es un sector muy importante puesto que tienen mucha incidencia en los espacios sindicales. Sin embargo, son también expresión de la crisis y de la dificultad de renovación de discursos (de la autocrítica) prácticas y dirigencias; 2. los socialdemócratas, más bien ubicados en los ámbitos intelectuales y de las ongs y en los programas de desarrollo que estos implementan. El asunto fundamental para estos pasa por la implementación de políticas redistributivas, un papel más eficiente pero también promotor, redistribuidor y planificador del Estado, la profesionalización de la gestión pública, y la apuesta por la participación de la “sociedad civil” en la gestión de lo público; 3. Los socialiberales para quienes la economía de mercado es fundamental junto a un eficiente aparato estatal que evite sus abusos; 4. la izquierda ligada a los movimientos sociales, izquierda pos Muro de Berlín, vinculada a la lucha alterglobalizadora y que asume una renovada radicalidad política anticapitalista, teniendo como actor fundamental a los nuevos movimientos sociales, o movimientos sociales prefigurativos, y la diversidad de estos (reivindicaciones étnicas, ambientales, de género, campesinas, culturales) planteando esto como elemento principal y redefiniendo los marcos de la política no reduciéndose a los ámbitos de la institucionalidad política.
- Estas diversas expresiones, deben empezar un diálogo que les permita arribar a la construcción de un programa de izquierda para el país. Esa es nuestra propuesta. Conformando un bloque político, social y cultural en el que se expresen las diversas corrientes de la propia izquierda, apuntando permanentemente a la unidad en la diversidad. Dentro de este proceso de discusión ideológica, programática, política debe producirse la renovación discursiva, orgánica, y de liderazgos que tanto se reclama.

Tercero

- Pretender que un programa de cambio para el país, pasará por un caudillo o por un partido es una ingenuidad total. La complejidad del país debe ser expresada a través de la presencia de la diversidad en un proyecto de transformación integral. En este sentido para nosotros es crucial que todos estos procesos de construcción política popular: nacionalista, etnonacionalista, y de izquierda en sus diversas vertientes, no se vean como excluyentes, ni tampoco como portadores de la línea correcta o de la moralidad, es más, como ocurrirá en la coyuntura electoral se requerirá de sus esfuerzos concertados para derrotar a la derecha y el continuismo neoliberal en las regiones y en el país.
- No podemos olvidar que se agregan las variables regionales en el escenario, expresadas en fuerzas que deben construir miradas locales, regionales, macreregionales y nacionales.

Cuarto

- De otra parte, se trata de recuperar en muchos sentidos la política. Nos parece importante recuperar la dimensión ética y moral de la política, sin embargo debemos considerar las advertencias de Chantall Mouffe acerca de la crisis de la política al haber desembocado mucho del progresismo en una idea de la política basada en el consensualismo, desapareciendo la pasión, el conflicto e incluso relativizando las relaciones de poder y reduciéndolas a un asunto de buenos y malos. Es necesario recobrar la dimensión agónica de la política, de antagonismo, de juegos de fuerzas, de visiones sobre la sociedad. Se necesita (re) construir una identidad popular, como expresión de una articulación de actores y sectores sociales que asuman un proyecto diferente para el país en contraposición al que hoy está vigente. Esto es algo que hemos abandonado o en lo que nos hemos desubicado, cediendo espacios a otros sectores que representan a sectores del campo popular que han sabido despertar las pasiones populares –aunque no siempre desde resortes progresivos de la cultura popular- a lo que ha respondido una izquierda bienpensante y culposa con argumentos meramente “técnicos” o “morales”. No hay otra forma de disputar sentidos en el campo popular sino sumergiéndonos en lo popular, dialogando, acompañando e interpelando prácticas visiones y discursos.

1 comentario:

Fausto Sanchez dijo...

Jaja. Loco, creo que tú te llevarías de las mil maravillas con Fred Borbor